¿La Única Forma De Eliminar La Pobreza Es Matando A Los Pobres?

Por Gonzalo Delgado Quintero

Un buen amigo de nombre Ulpiano Pérez; por cierto uno de esos primeros pobladores que fundaron Tocumen, junto a muchos otros como Laureano Sánchez, Jorge Morelos, La China, Los Hidalgo, Malabé, los Pachay, los Ariza, los Ortiz y otros en el sector Sur; Los De La Cruz, Añino, Martínez y los Morenos en Cabuya; la otra familia Pérez de Aguita, Jack Palance y Eduviges y los Pérez de Rita; los Serranos de Juanito, los García de Lole y la otra de Dolores el Chancero y los Hernández de Feliciano y la de Memo, Arriera y demás en la Vitoriano y otras familias como la mía que llegaron inmediatamente después por allá por 1967, justo el mismo día del accidente del avión de tres colas, cuya explosión al caer, iluminó la noche. El amigo Pérez vivía con su familia en el sector de la Nueva Barriada de este corregimiento.

Camilo, uno de sus hijos, quien estudió la primaria conmigo en la Escuela Ricardo J. Alfaro, que después realizó estudios superiores en la Universidad Patricio Lumumba en la entonces Unión Soviética [otro logro del Proceso Revolucionario]; igualmente, con mucho orgullo, también realizado por Jesús Moreno a quien le decíamos Niño, él viajó a Hungría y Antonio “Toño” Martínez “Manhattan” cuya oportunidad de estudios superiores fue en Cuba.

Chano siempre pasaba frente a mi casa con su habitual sonrisa y ofreciendo sus gratos saludos. Él era chusco y maneja el buen sarcasmo, siempre, muy atinado.

Ulpiano se había formado en las lides del Partido del Pueblo y fue miembro después del Partido Revolucionario Democrático; además, junto a amigos como Ciro Pérez, Amilkar Ortíz  y otros, fue parte del equipo de la Junta Comunal que conformó Arcelio González, en su momento, como Representante de Corregimiento, pero Chano Pérez era más que todo, un amigo a quien admirábamos.

Un buen día, recién después de la invasión gringa de 1989; todavía, todos un tanto nerviosos, vino y se detuvo frente a mi casa, allí, en la barriada Victoriano  Lorenzo de este mismo corregimiento. Al momento me dijo en voz baja, como si se tratara de un secreto: “Gonzalo vengo muy preocupado”, y obviamente, le pregunte porqué. El me respondió, “pero es que no has escuchado las noticias de lo que dijo Billy Ford. La Verdad es que, no, le respondí. Bueno – dijo -, lo que pasa es que mi preocupación es que Gallo Ronco, que hasta le pegaron ese día en Penonomé, además de ese incidente, dijo que iba a acabar con la pobreza”, y entonces, cuál es el problema, le increpé. Él se montó cual solfeador sobre la cresta de su argumentación y me dice, “es que acaso no entiendes que la única forma de acabar con la pobreza es matando a los pobres y con lo que fueron capaces de hacer, yo tengo miedo y tú también debieras cuidarte de que cumpla lo que dice”.

No sé si Chano habrá leído los criterios de Thomas Robert Malthus, de hace varios siglos y que fueron aplicados en la década de 1930 en algunos países centroamericanos; pero el criterio malthusiano de acabar con la pobreza se da a partir de la muerte de los pobres, [Él decía por pestes, hambre y guerras] se puede interpretar sobre lo sucedido en 1932, en El Salvador en donde se practicó el exterminio de los pobres a base del asesinato de miles de campesinos e indígenas y por igual, con la experimentación de contagio biológica de personas con sífilis y gonorrea en Guatemala de 1946 a 1948 y que no fue sino hasta el periodo de Barack Obama, que se vino a saber de estas grotescas estrategias de la muerte, cuando en el 2010, pidió disculpa pública, al momento de reconocer apenas un reglón de esta vergonzosa acción sucedida en el Periodo presidencial de Harry S. Truman.

Las teorías de conspiración que no son tan teorías, señalan que este criterio de T. R. Malthus se ha venido reactivando y que está en pleno proceso de desarrollo a partir de un calculado extermino global y que la pandemia de Covid – 19, solo es parte del seguimiento de lo iniciado hace décadas atrás (declaración de 1986) por el poder invisible mundial del Club Bilderberg, los 500 millonarios más influyentes y las nueve familias más poderosos del mundo, quienes, además de esta peste moderna Sars – CoV 2, en su afán de controlar los recursos del planeta, ahora han empujado la guerra ucraniana, con la intención de debilitar al gran oso. Analistas de la RAM (tanque de pensamiento del Pentágono) han dicho que el objetivo es la propia Rusia. Pero en resumen, todo coincide en exterminio, por la vía que sea.

Este primer análisis lo estamos haciendo, más bien preocupados por la conducta de retorno de la política exterior norteamericana, que ante el total fracaso de sus diversas acciones interventoras, sobre todo, en medio oriente con su salida estrepitosa de Afganistán, hoy nuevamente, ponen sus ojos directamente en Latinoamérica, pero insistiendo en llevarla a cabo bajo los esquemas de la Doctrina Monroe.

No es extraño entonces, la abierta injerencia de los funcionarios  estadounidenses en nuestros asuntos internos quienes operan desde la Embajada de Estados Unidos, que además están preocupado en cómo precisamente, en lo que consideran su patio trasero, todo se está volteando hacia la izquierda.  No obstante, el caso nuestro, con raras excepciones, causa vergüenza ajena, cuando la mayoría de los precandidatos que se alistan para el 2024, ni siquiera disimulan sus movimientos entreguistas en la etapa actual en la que intentan tener el beneplácito de la funcionaria del guante blanco y del garrote escondido y que en estos momentos funge como la jefa de la diplomacia del tuco gringo en Panamá.

En tanto, solo nos queda a los patriotas mantenernos en el ejemplo de los mejores hombres y mujeres de la historia de nuestra nación y en el caso de nuestro querido corregimiento de Tocumen, sólo nos queda asirnos en esos recuerdos de Arcelio González, Amilkar Ortiz, Tachuela, Morelos, Evelia Serrano, Arturo Huertas y por supuesto Chano Pérez. Ellos se han adelantado, pero viven en nuestros mejores recuerdos.

El autor es periodista y escritor

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