El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Alejandro Román Sánchez
Es conocido el dicho de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. No estoy del todo convencido de esa sentencia, porque desde el poder (político, económico y cultural) se pueden hacer tantas cosas para manipular, controlar y dominar a las grandes mayorías. Algunos dictadores y ciertas élites dominantes logran imponerse y dar la apariencia de que los aceptan o lo toleran.
En un sistema democrático lo indicado tiene relevancia, si el ganador de las elecciones es el que tenga un voto de más que el segundo. Ante la diversas opciones electorales (quizás exprofeso), puede que la mayoría no comulgue con el candidato ganador, pero éste gana con la minoría. Si eso es posible, la mayoría no está reflejada en el ganador, ni se podría concluir que todos se merecen al gobierno así elegido, sea quien sea el elegido mediante este sistema.
Me niego a contarme, aunque en sea de forma linguística, entre los que irresponsablemente dicen Robó, Roba o Robará, pero Hizo, Hace o Hará. Entre los que no les importa sacrificar el país, a su hijos, nietos, amigos y sus conciudadanos por recibir o haber recibido una dádiva (de lo que le pertenece a todos, incluso a ellos), que compra su consciencia y futuro. Por eso creo más justo decir que una parte de la sociedad tiene esa tendencia, no así El Pueblo, que indica unicidad o mayoría.
Son muchos los que no estamos entre esa parte de la población. Solo que la parte de la sociedad que no les importa la corrupción es más evidente, expresiva y ruidosa, necesitada de autoconvercerse y converse a los que los rodean, que no es repudiable lo que hace.
Los gobiernos están conformados por seres humanos. Siendo así, la perfección es quizás una quimera. Sin embargo, siempre vamos e iremos en pos del deber ser, para mejorar la vida. La esperanza por mejores días es un motor que siempre ha movido a la humanidad
Entiendo que deben ser juzgados todos los que merecen serlo por corrupto. La justicia selectiva hay que denunciarla. Pero hay que tener cuidado en frenar, desmotivar o deslegitimar, consciente o inconscientemente, cualquier avance en la lucha contra la corrupción, por más pequeño que sea, por el solo hecho del porqué este corrupto y no los otros. Graso favor le hacemos a la lucha contra la corrupción. Las confrontaciones entre los corruptos dejan secuelas. Hay que aprovecharlas siempre que haya justicia.
Lo que debemos hacer es exigir la profundización de la lucha contra la corrupción, venga de donde venga, caiga quien caiga.
Se señala que hay un sesgo de injusticia cuando se condena a uno entre los demás culpables. Me parece que existe injusticia cuando se condena a un inocente. De lo contrario, existe una justicia selectiva que hay que repudiar. Pero el repudio debe dirigirse a exigir que los demás culpables también sean juzgados y condenados, sin importar quien sea y de donde provenga.
El magistrado Alfredo Juncá indica que la candidatura de JM presenta tres inconvenientes: la figura del suplente no es aplicable al vicepresidente, la nómina presidencial debe estar completa y no fue elegido en primaria. De ser cierta la entrevista, su criterio coincide con el que este servidor ha sostenido desde un principio. Sugerimos la conveniencia de que la solución estuviera en manos de los partidos y sus seguidores, permitiéndoles postular una nueva nómina (art. 263 CE).
El punto es que el TE es el responsable de la decisión que hoy es cuestionada por su presidente. Esta situación le da oportunidad a sus detractores a suponer que el desacierto no fue involuntario. La credibilidad del TE es crucial para la democracia del país y la paz social.
