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Estado Inquilino

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

El arriendo o alquiler siempre fue un contrato conveniente para las personas que, en función de inestabilidad, no permanencia, insostenibilidad, accidentalidad, perentoriedad, no puede gozar de los beneficios del propietario, sino que le es conveniente el arrendar bienes o servicios para ahorrarse las obligaciones que la propiedad implica y así, no siendo permanente, podrá cumplir su misión determinada.

Pero es que el Estado nuestro, al menos que estemos equivocados, no es un sujeto de derecho temporal, ni que ande miserablemente pidiendo limosna y que no sea dueño de un suficiente patrimonio, sino que, por el contrario, es permanente. Sus instituciones fundamentales han sido creadas desde hace más de un siglo, y su perfección como Estado Soberano tiene ahora 23 años. En el área del Canal, El Estado tiene suficiente terreno para construir los Edificios administrativos con todas las comodidades para los usuarios y funcionarios públicos, pero parece que es más conveniente que el Estado pague altos alquileres, en donde hemos pagado muchas veces el valor de los bienes que arrendamos. De esa realidad inobjetable, uno se pone a pensar, qué será lo que motiva al Estado a persistir en una autofagia.

He sido siempre, enemigo acérrimo de la teoría de que nuestro Estado debe alimentar a arrendadores que han vivido por décadas de alquileres leoninos, chupándole la sangre a nuestra economía, sin que esos alquileres tengan como contraprestación un servicio de calidad y que el canon sea justo, sino que, es en casi todos los casos, ampliamente excesivo.

Ha podido más la mafia que sostiene los alquileres del Estado que, el construir la ciudad Gubernamental, donde se concentren todos los ministerios, y no andemos alquilando cuando somos propietarios, al menos que lo que se quiera sea sostener a como dé lugar, que unos avivatos para que vivan del desangre del Estado y de los impuestos de los ciudadanos.

No entiendo por ejemplo que, algunas empresas privadas arriendan los servicios de policías nacionales, sin que sus pagos lleguen al tesoro nacional, pero varias empresas públicas contraten servicios de seguridad privados.

No entiendo tampoco, como alguien puede justificar que, es mejor alquilar un carro que comprarlo, si el Estado, siendo permanente, los mantiene, como ocurría antes, bien puede usarlos por mucho tiempo.

En el presupuesto nacional, en el renglón de arrendamiento se consigna una suma multimillonaria que es una asignación directa a personas que han vivido la vida entera de arrendarle a un Estado Inquilino, que ha hecho millonarios a una casta de carilimpios y corruptos que por causa del contrato de arrendamiento pagan una coima y nadie investiga ni dice absolutamente nada de esta institución pérfida e inescrupulosa.

Hacerle el negocio a una empresa, no es la misión del Estado, sino la de servir a los ciudadanos. Poco falta que, en razón de esas ideas geniales de negocios, terminemos arrendando los servicios de la función judicial, la función legislativa y que también, la función ejecutiva, la entreguemos en fideicomiso y que nuestro Estado lo convirtamos en un Estado Arrendatario.

Hace falta que llegue un gobierno que acabe con toda esta suerte de maleantería que, esconde uno de los supremos actos de corrupción, a la luz de todos los ciudadanos y sin que nadie lo advierta para ponerle fin a esta injusticia.

¡Así de sencilla es la cosa!

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