El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Hace más de década y media, una empresa de telefonía móvil llegó a Panamá llena de entusiasmo, creyendo en que había un justo mercado de comunicaciones y que la libre competencia estaba garantizada y por tanto invirtieron en tecnología y un esmerado servicio en el país que obligó a la competencia a prestar una mejor calidad de servicio a preciso más razonables.
Desde hace más de cinco años, la aparición de un fornido oligopolio que se fue acrecentando en el dominio del mercado de las comunicaciones, en detrimento de los usuarios en el país, terminó de tronar a la empresa DIGICEL que, al no poder lidiar con tal aberración, ha terminado por recoger sus bártulos y marcharse del país.
Así, como se acerca su ultimo couplé de Digicel, también las empresas que han quedado solas, repartiéndose el mercado y liquidando toda competencia sana que beneficiaría al mercado y los usuarios, le están cayendo a los que siendo usuarios de Digicel, ahora abandonados en la vereda de la incertidumbre, nos vemos compelidos y obligados a aceptar el menú que nos puede brindar el oligopolio, es decir alternativas para cazarnos como clientes y luego quedar en las manos del acuerdo al que pudieran llegar las dos empresas sobrevivientes en Panamá.
Todo esto ocurre ante la negligente actuación de la ASEP, entidad que debería proteger a los usuarios del país, pero que, ha terminado por cohonestar la acción ilegal y perniciosa para los panameños.
Andamos por caminos oscuros y como ciegos, dando tumbos y sin posibilidades de enderezar tantos entuertos que hoy nos causan daño y espantan la gente seria que desea invertir en un país donde se respete la Ley y exista justicia social, que es lo que produce la paz y el sosiego que todos añoramos.
¡Así de sencilla es la cosa!
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