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¡PROHIBIDO OLVIDAR!

(Invasión de Estados Unidos a Panamá el 20 de diciembre de 1989)

Por Julio Yao
I.
A la hora en que salen los ladrones
como alimañas, de sus madrigueras,
salieron de las fauces del Infierno
a robarnos la paz y la bandera,
¡las hienas del imperio con sus bombas,
sus cohetes, sus bazukas y tanquetas!

Vinieron como lobos por los cielos,
y los cielos lloraron de vergüenza.
Vinieron con espadas luminosas,
su artillería y aeronaves negras.
Vinieron con enjambres de helicópteros (1)
y luces que quemaban las trincheras.
Vinieron con naranjas incendiarias
y rayos infrarrojos en viseras.
Vinieron con sus odios drogadictos
y las tecnologías más siniestras,
¡porque nunca la Historia conoció
armas devastadoras como éstas!

¡Vinieron con cuarenta mil puñales
a matar nuestro pueblo en Nochebuena! (2)

Y todas estas naves, rayos y corazas,
¿para invadir quizás a otro planeta?
¿A repeler acaso a extraterrestres
que habían aterrizado aquí en la Tierra?
¡Cuarenta mil puñales se juntaron
para matar tan sólo a una estrella! (3)

II.

Dormidas en capullos, las familias
soñaban lo de siempre en Nochebuena, (4)
pero Satán no quiso que soñaran
pues quería sus cuerpos en la hoguera,
ya que era el mismo Diablo quien venía
a imponer su reinado en el planeta.
¡El Diablo que venía a reclamar
al mundo, el monopolio de la guerra!
¡El Diablo y sus aviones invisibles (5)
a bombardear a todas las banderas!

III.

Relampagueaban sordos fucilazos.
El Chorrillo moría entre las llamas. (6)
Estallaban misiles, y los láseres
abrían el camino de las balas.
Asustadas, las gentes no sabían
qué ocurría, ¡y corrían angustiadas!
Tomaban a los niños en sus brazos,
¡pero tantos quedaron en sus camas!
y corriendo aterradas por las calles,
las hienas las mataron como a ratas.

Asesinadas en calles y edificios,
Aceras, hospitales y en sus casas;
con las manos en alto e implorando
a las hienas, “¡piedad!”, mas disparaban,
pues no eran soldados sino bestias
y solo su mirar encandilaba.

¡Nunca vio tanto crimen una noche,
ni una noche jamás tanta matanza!
Con sus tanques blindados, aplastaron
autos con gente dentro que escapaba.
Machacaron los cuerpos, ¡aún con vida!
y con crueles bayonetas remataban.
A un guardia lo amarraron a aquel poste,
jugando al tiro al blanco a sus anchas,
y aquéllos, maniatados con alambres,
¡los hallamos con tiros en sus caras!

Miles de heridos, rotos en las calles,
sin ninguna piedad se desangraban,
pues las hienas cobardes atacaron
a la Cruz Roja y sus ambulancias. (7)
¡Que no valían la pena los heridos!
¡Que no valían la pena, mejor balas!
Mutilaron los senos a mujeres
y violaron a múltiples muchachas. (8)
¿Y cuántos policías que dormían
acribillados fueron a mansalva?
¿Y cuántos estudiantes en Río Hato
ametrallados fueron en piyamas?
Con las manos en alto los mataron.
¡La orden fue que nadie se salvara! (9)

IV.

La patria agonizó por los potreros,
en retenes, en buses y en las playas.
Agonizó en los mares y en los ríos,
en manglares, en montes y quebradas. (10)
¿Cuántos miles mataron esas hienas?
¿Cuántos miles, heridos por sus garras? (11)
Todo porque el Imperio no quería
desmantelar sus bases y sus armas, (12)
y para que el Canal en manos suyas
¡siguiera envenenando nuestras aguas!
¡Cuarenta mil puñales asesinos
Para acabar de un golpe a nuestra patria!

Notas:
(1) En Fort Kobbe, Zona del Canal, se contaron 500 helicópteros Black Hawk, Apache, y otros.
(2) Aproximadamente 40 mil tropas fueron utilizadas para invadir a Panamá, integradas por unos 14 mil que estaban como mínimo en las 14 bases militares en la Zona del Canal y las 26 mil que ingresaron para la ocasión.
(3) Panamá no tenía ni tiene ejército, sólo una policía militarizada, y no contaba con defensa antiaérea ni artillería.
(4) La invasión cayó de sorpresa a partir de la medianoche del 19 de diciembre, mientras la gente dormía y se alistaba para las Navidades.
(5) Seis aviones Stealth-117, inmunes a radar — y lo más avanzado de la aviación de Estados Unidos — volaron directamente desde este país hasta Panamá, reabasteciéndose en el aire y, sin aterrizar, dejaron caer bombas de dos mil libras sobre Río Hato, en la provincia de Coclé, y sobre el barrio de El Chorrillo, entre otros sitios, además de numerosos paracaidistas y fuerzas especiales que descendieron sobre la pista de aterrizaje.
(6) El barrio de El Chorrillo, con miles de casas de madera, fue incendiado por las fuerzas invasoras para impedirles su uso por parte de la resistencia, provocando la muerte, entre balas y fuego, de sus empobrecidos moradores. Se usaron armas, municiones y artefactos experimentales por primera vez en combate, de naturaleza química y de factura desconocida por los médicos.
(7) Las fuerzas invasoras tenían la orden de no tomar prisioneros de guerra y remataron a militares y civiles panameños que yacían heridos en campos y calles de Panamá, impidiendo que recibiesen ayuda de gente solidaria o de la Cruz Roja. No permitieron el paso de ayuda humanitaria que venía de países solidarios a través de Costa Rica. Se encontraron a pacientes, operados en hospitales, que fueron ejecutados posteriormente, en fosas comunes.
(8) Las fuerzas invasoras detuvieron, retuvieron, torturaron, violaron y luego asesinaron a mujeres por puro placer.
(9) La antigua base militar de Río Hato albergaba el Instituto Tomás Herrera; fue uno de los primeros sitios bombardeados por los aviones fantasmas Stealth-117. Este acto, al igual que muchos otros, constituyeron crímenes de guerra según la Convención de Ginebra. Los militares que se rindieron en distintos sitios fueron acribillados, a pesar de que llevaban las manos en alto y portaban banderas blancas.
(10) Muchas personas fueron asesinadas en retenes porque no entendían inglés, mientras intentaban llegar a los hospitales, incluyendo mujeres embarazadas. Una militar invasora ordenó disparar contra un bus de pasajeros, matando a una treintena de personas humildes.
(11) Se calcula que murieron más de 4 mil panameños, abrumadoramente civiles no beligerantes, pero la Comisión de la Investigación presidida por Ramsey Clark, exprocurador de Estados Unidos, estimó 7 mil muertos. Ningún gobierno panameño ni ninguna institución ha realizado una investigación sobre estos crímenes de guerra.
(12) Conforme a documentos de inteligencia, está claro que los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush, padre, se propusieron liquidar los Tratados Torrijos-Carter y retener las bases militares para siempre.

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