Editorial

Que se puede esperar de países y sociedades, donde campea todas las calamidades que golpea duramente a los pobres y desposeídos de la más elemental consideración humana. Es duro abandonar la tierra que vio a uno nacer y tener que salir buscando oportunidades para una mejor existencia.

La inmigración es un reflejo de sociedades donde destacan desigualdades perversas e injustas.  Lo ocurrido en Gualaca, donde un bus cae al precipicio y mueren 40 inmigrantes que venían del Darién, golpea hondamente el sentido de toda la humanidad. El síndrome de la inmigración es propio de sociedades donde la equidad, lo justo, las oportunidades no existen o de quienes caen en el juego de los cantos de sirena de que en otras latitudes la vida es más prodiga y sin mayores esfuerzos, y luego que llegan a sus fronteras, entonces no los quieren recibir y hasta los tratan peor que animales. Incluso, existen motivaciones políticas de los países receptores que, ofrecen posibilidades especiales para los que pisen tierra de Norteamérica, como un medio para desestabilizar social y políticamente a países que no son corderitos y con los cuales tienen diferencias políticas e ideológicas.

Es también, el resultado de un mundo en el que, los países más poderosos, extraen nuestras riquezas y nos las despojan, nos convierten en exportadores netos de capital y a nosotros nos quedan las calamidades y la desigualdad, en un sistema económico y político inviable e insostenible a nivel global y en donde no existe igualdad en las relaciones económicas, ni políticas y tampoco sociales.

Pienso en mi país y ojalá no lleguemos a ese extremo donde la población tenga que emigrar.   Error pensar que la alta población de emigrantes que entran por el Darién, es tan solo un problema nuestro. Los gobiernos están obligados a brindar respuestas y soluciones a sus pueblos. Lamentablemente no es así.  Mientras tanto esa tragedia humana, se reiterará.

Las autoridades, tienen que dar una explicación de lo sucedido en Gualaca y desde este medio nuestra solidaridad con los familiares de varios países que perdieron su vida y otros que se debaten entre la vida y la muerte como resultado de ese trágico accidente provocado por la injusticia a que se nos condena, pero a pesar de todo, pedimos en oración, la intermediación del Señor Jesucristo para que sobrevenga sobre todos nuestros  pueblos la justicia que genere la paz y el sosiego que todos anhelamos. Amén.

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