Los Medios De Comunicación Manipuladores De Masas

Por. Gonzalo Delgado Quintero

Más aún, en los procesos electorales, es cuando se pierde el pensamiento razonado y reflexivo. En las campañas políticas las personas actúan con pasión exacerbada y por tanto, se suprime la opinión pública racional sobre la realidad social y esto es porque, en gran medida,  la gente no está educada para pensar con criterio propio y discernir más allá de las ofertas que se hacen y por ende, precisar cuál de ellas es mejor.

En tales circunstancias la gente en su mayoría actúa de manera instintiva e impulsiva, porque según los especialistas, quienes manejan y están detrás de dichas campañas saben perfectamente, tocar los resortes mentales en cada persona a través de la activación de partes de su cerebro triúnico. El estímulo es dirigido a los dos primeros cerebros o sea, al más primitivo que es el espacial [al que empuja a la apropiación animalesca de eso es mío y marco mi espacio territorial] y también al segundo, donde reposan todas nuestras emociones, dejando muy poco espacio reflexivo al tercero que es donde se ubica la parte racional.

Por eso las campañas están llenas de ruidos auditivos y visuales, eso no es casual, todo ha sido estudiado, es y tiene un propósito de masificación. Se escucharán discursos apasionados, altisonantes y sin contenidos. Se siente y se percibe mejor el tono de voz, sobre aquello que se dice. Cuántas cosas no han avalado los aplausos multitudinarios con los que se legitimaban los grandes genocidios cometidos a lo largo de la historia y que siguen iguales en la actualidad, en pleno siglo XXI, cuando se están librando más de 60 guerras y siguen muriendo millares de personas diariamente en diversas regiones del mundo.

En campaña se actúa en forma visceral, con el estómago, de manera pancista. Eso del clientelismo y el qué hay pa’ mí, ha sido estudiado por el supra poder que tiene en sus manos el manejo de los recursos y el control de los medios masivos de comunicación. Estos son herramientas efectivas utilizadas para inculcar ideas y provocar tendencias, manipulando conceptos de interés público esparcido a la gente común que juzga como cierto lo que ve y escucha en la televisión y en la radio o lo que lee en un medio impreso y actúa en consecuencia, escogiendo finalmente el desecho final de lo que entró por la boca y no por el cerebro.

Toda la vida nos han condicionado y más aún en los últimos 70 años con el advenimiento mayormente masivo de la radio, la televisión, los satélites y ahora, con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (NTIC), de hace apenas tres décadas a la fecha. Todos estos medios nos observan como masa y esas nuevas TIC se han convertido en la forma reticular a través de las cuales se maneja la actividad comunicacional de estos tiempos, porque la internet puede resumir las tres formas tradicionales de comunicación en una sola aplicación muy accesible, personalizada o sea, las formas escritas, auditivas y de videos a la vez y con feedback inmediato.

Ese condicionamiento se da incluso a través de la educación que parte de un modelo afín a los intereses de los grupos del poder, sino pregúntense qué fue lo que en realidad pasó en 1979 con la derogación de la reforma educativa. Qué contenía y a quiénes  afectaba.

Los poderes de facto manipulan; y lo hacen con efectividad a través de los medios comunicacionales que en su mayoría están en sus manos; por tanto, hemos de concluir en que lo que existe inexorablemente, es una opinión manipulada y atomizada. Es una opinión mediática en la que se observan solo divergencias superfluas, pero con total coincidencia de intereses de los grupos del poder económico, principalmente; y que en nuestro país se han tomado abiertamente el poder político, lo que nos lleva a que cualquier propuesta que no responda, al menos, a una facción de este poder fáctico, no caminará ni a la esquina. Por eso, todo lo que está saliendo como oferta electoral para el 2024, es más de lo mismo y cada una responderá al poder económico nacional y transnacional con el arbitrio garrotero de los gringos.

El autor es periodista, analista y escritor

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