Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Señaló Aponte en esa audiencia que, viene a Panamá a resolver el problema migratorio, el tráfico de drogas, el blanqueo de capitales, a sacarnos de las listas negras y también de las pálidas, cuando es el propio EE.UU. en donde se lava más dinero en el mundo, a conjurar la presencia China en Panamá y la corrupción generalizada. Era como escuchar, no solo a un procónsul, sino que, como que el Estado panameño le hubiera contratado para que ejerza el gobierno por encargo en nuestro país, es decir, un trato absolutamente impropio e indecoroso con un país amigo y con un gobierno que dicen que es su aliado.
Tomar decisiones y desplazarse envalentonada y libremente en los asuntos que, son de nuestra especial competencia como nación libre, deja al desnudo una política exterior que requiere el mínimo respeto a nuestra institucionalidad y a nuestra dignidad nacional.
Asumir tareas que son propias de nuestro Ministerio Público, de nuestro Órgano Jurisdiccional y determinar por nosotros, quienes son nuestros amigos o no, es demasiada la intromisión y la falta de respeto a un país que es incapaz de generar similar ofensa o de entrometerse, como ellos lo hacen, en temas que corresponden a la voluntad de sus ciudadanos y al ejercicio de su gobierno conforme a sus leyes.
Lo expresado por la Señora Aponte, esta mañana en el Senado Norteamericano hiere a los patriotas panameños que, no obstante, esperan casi sin esperanza que, nuestra cancillería, ejercida por una ciudadana norteamericana, pueda hacer alguna declaración que lave nuestro honor y honra a los que exigimos respeto por esta tierra que nos regaló Dios para que fuera nuestra patria.
¡Así de sencilla es la cosa!
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