Por: Gonzalo Delgado Quintero
Muchos sustentan a la educación como vía del desarrollo económico. Determinante contra la pobreza. Pero una buena enseñanza no solo debe responder a las exigencias de la ideología de mercado sino no a la edificación social.Incorporar tecnología, atraer inversiones con capacidad organizativa y gran creatividad, es muy importante; pero, lo es más la preservación de nuestra identidad nacional y la equidad al buen conocimiento para todos. Eso se perdió con la derogación de la reforma educativa en 1979 y a pesar de esfuerzos posteriores lo que existe en Panamá es una educación dual. Una para quienes pueden pagar y otra para la gran mayoría. Ambas son pésimas, porque no observan el aspecto integral del desarrollo humano. Incluso, el sistema educativo pagado es clasista y sus personeros se vanaglorian y reconocen que el de carácter público es malo y lo peor es que, encima se oponen a la equiparación curricular.
Desde el kínder Garden a la universidad, la educación debe responder a su carácter polivalente como un fenómeno complejo debido a su carácter social y cultural, sin exclusiones.
Lo primero que se debe observar en la educación, señala la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) son “siete factores predictivos del bajo nivel escolar en torno a alumnos relacionados estrechamente con la desventaja social: pobreza, pertenencia a una minoría étnica, familias inmigrantes o sin vivienda adecuada, desconocimiento del lenguaje mayoritario, tipo de escuela, lugar geográfico en el que viven y falta de apoyo social”. Ignorar estas y otras circunstancias es fatal para avanzar; ninguna mejora y no será alcanzada.
Pero según expertos como Álvaro Marchesi, “la situación sobre las interpretaciones de la desigualdad en la educación han pasado de una visión unidimensional más determinista, en donde la igualdad en la educación se relaciona directamente con la igualdad de oportunidades en el acceso, a un enfoque multidisciplinar e interactivo, en donde las diferencias sociales y culturales de los alumnos condicionan su progreso educativo y los resultados que obtienen”.
Y no se trata tanto del acceso a nuevas tecnologías, es más bien a la enseñanza integral. Marchesi dice que es “diseñar una estrategia pedagógica en la que la innovación ha de ser un medio, no un fin en sí mismo”.
El informe de la OCDE dice que “la hipótesis inicial de que la educación, por sí misma, es un factor de equidad social no tiene posibilidad de concreción en este país, caracterizado por su gran desigualdad y por las precarias condiciones de vida de la inmensa mayoría de su población”. Y deja algunos puntos como los siguientes:
- “La educación que se ofrece a los estratos sociales de menores recursos está pauperizada y no es administrada de acuerdo con los intereses de esos sectores, por lo que refuerza las desigualdades sociales preexistentes”.
- ” Los currículos, habiendo sido diseñados de acuerdo con las características culturales y las necesidades sociales de los países dominantes, no son relevantes para los sectores sociales de los países dependientes, cuya diversidad cultural no es considerada”.
La educación actual, por tanto, no constituye un sistema democrático; es más, puede tener efectos completamente contrarios, reproduciendo e incluso aumentando la concentración y centralización del conocimiento y la riqueza. En estas circunstancias la distribución del conocimiento está todavía más distorsionada que la distribución de los ingresos, la riqueza y el poder.
En Panamá hay un doble sistema educativo clasista y desigual. Uno para mantener el estatus de una educación deficiente de acceso a las grandes mayorías de escasos recursos y el otro excluyente y solo exclusivo para sectores pudientes. La igualdad de oportunidades en la educación entonces, es una prioridad.
Hay que facilitar el acceso de estudiantes de bajos ingresos a la secundaria y a la universidad; promover la integración social en las escuelas; iniciar políticas de acción afirmativa y de discriminación positiva que reconozcan la diversidad en el estado de desarrollo institucional de las escuelas y recuperar la verdadera dimensión de las políticas de equidad.
La estrella del actual gobierno es la EDUCACIÓN, ya lo dijeron, pero lograr lo enunciado en las líneas anteriores requiere de un equipo de personas encabezadas por un líder de la educación, que tenga la experiencia conocer la educación en su más profunda acepción. Personas que conozcan los estamentos que interactúan en ese proceso de enseñanza – aprendizaje y que estén dispuestas a romper paradigmas y no a desconocer ni excluir a quienes en gran medida son la razón de ser de la educación, partiendo por los estudiantes.
La estrella titila agonizante y se está convirtiendo en una nova que nos va a tragar a todos. Falta liderazgo, voluntad y carácter. Hay que hacer cambios inmediatos y consolidar un equipo de personas profesionales, dispuestas, con inteligencia y sabiduría bien intencionada y sobre todo el carácter necesario para enfrentar ese gran reto que significa cambiar de raíz todo el sistema educativo.
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