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EL MUNDO CIVILIZADO NO PUEDE NORMALIZAR LAS ATROCIDADES…|

QUE ESTÁN COMETIENDO LOS TALIBANES.

Por: Dr. José R. Acevedo C.

En pleno siglo XX1, es intolerable aceptar los crímenes atroces que en el país medieval de Afganistán están cometiendo los talibanes, fundamentalistas islámicos, mayoritariamente de la región tribal de los Pashtun, quienes están de regreso al poder político y militar, bajo la complicidad del último emperador que intentó someterlos por veinte años. Me refiero directamente al gobierno de los Estados Unidos, que conociendo lo que le entregaban en las manos a los señores de la guerra, con el denominado Acuerdo de DOHA, básicamente, la vida de sus enemigos y la libertad de las mujeres. Conocía el imperio que estos señores llegaron a asesinar sin misericordia alguna, sin proceso, sedientos y un frenesí de sangre, malvados seres que esconden su vileza en el nombre de Alá, su Dios.

El Acuerdo de DOHA fue firmado bajo la administración de Trump, por su Secretario de Estado Mike Pompeo. Para los intereses norteamericanos la población y las mujeres afganas carecen de toda importancia, el objetivo del acuerdo era simple. Comprometer al régimen Talibán a no permitir que en su territorio y desde su territorio, en el futuro se entrenan terroristas que afecten intereses norteamericanos o se les dé cabida para entrenar o refugiarse como en el pasado ocurrió con el grupo terrorista de Al Qaeda.

Sin duda será un disparo en el pie para el imperio. Los talibanes no respetarán dicho acuerdo y pronto los grupos terroristas regresarán, se instalarán y atacarán a inocentes norteamericanos o infieles, sustantivo con el que denominan a quienes no siguen la ley de La Shaira.

La administración Biden no sale absuelta del baño de sangre que ha de correr como ríos en Afganistán. Pudo hacer mucho más que retirar sus tropas del país. Debió al menos destruir todas las armas que le entregó al ejército afgano. Conocían que los generales afganos como ocurrió en Mosul Irak, no enfrentarían a los talibanes, porque recibieron dinero o recibirán por no luchar. Esto era un secreto a voces. También conocían que los soldados afganos son fieles a cada tribu y obedecen el llamado de cada jefe tribal, estos cambian de bando, de acuerdo a quien les pague mejor.

El gobierno norteamericano tiene sus manos bañadas con la sangre de todas aquellas víctimas de la vorágine sangrienta que acontece en el país y que se incrementará sin duda alguna. Se espera un exterminio masivo de personas, así como ocurrió durante el nazismo alemán, solo que ahora los talibanes hacen llegar al mundo las imágenes de sus atrocidades y podemos enterarnos.

Quien tiene el poder de impedir estos actos debe hacerlo. Ya el mundo calló y fue cómplice de los actos realizados por ISIS, en Siria e Irak, donde exterminaron a kurdos y Yazidíes, católicos, protestantes, coptos y otras minorías. Creímos seriamente que la lección fue aprendida, sin embargo, lo que ocurre en Afganistán, nos indigna, hace surgir aquel gen recesivo de la ira y la repulsión ante tales atrocidades.

No basta un simple llamado de atención. Un mundo civilizado no puede tolerar tal atrocidad, una persona con sentimientos nobles no termina de dejar de indignarse. No se puede normalizar el asesinato de personas desarmadas, que se han rendido bajo la falsa promesa que serían perdonadas. Es impensable ver a la mujer como botín de guerra, esclava del hombre, resignada a la sombra, sin posibilidad de visibilizarse porque la consecuencia es la de ser asesinada.

El mundo necesita un poco de sensibilidad humana y de compromiso de quienes pueden impedir la ejecución de asesinatos masivos en Afganistán. No se puede ser indolente o permisivo. Son personas como nosotros las que mueren y sufren. Gobiernos del mundo, actúen y reaccionen, rápido y en contundencia.

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