Por: Eduardo A. Reyes Vargas.
Ayer. Panamá recordó los 200 años de su independencia de España.
Sin duda alguna 00 años de su independencia de España.
es un acontecimiento significativo.
Me uno a las diferentes reflexiones hechas por distinguidos panameños sobre esta fecha.
Panamá como otras naciones del Continente Americano decidió por un descontento ascendente con los gobernantes de la Corona Española, que mantenían el Istmo en condiciones humillantes y con una difícil economía separarse ese 28 de noviembre de 1821.
Por razones estratégicas después de casi 300años de colonialismo, se une a la gran Colombia.
Hablamos de recordar, pues celebrar suele implicar festejar y creo aún no es lo indicado.
Hagamos estas preguntas.
¿Somos un país independiente?
¿Se han desterrado las desigualdades políticas, sociales y económicas?
¿Hemos erradicado la impunidad y la corrupción de muchos años?
¿Existe una justicia igual para todos?
¿Somos una nación con un gran bienestar colectivo?
¿Estamos satisfechos con los sistemas de educación y atención a la salud?
¿Nuestros gobernantes han cumplido sus promesas?
Muchas más preguntas podemos hacer.
Convencido estoy que como ciudadanos honestos con nosotros mismos, sabemos que hay una ruta aún a seguir y muchas metas que cumplir para entonces realmente celebrar esos 200 años y otros por venir.
Quienes con patriotismo puro gestaron la independencia de España deben estar preocupados y decepcionados por el riesgo y valentía que asumieron para dar mejores horizontes al Istmo.
Hoy si estuviéramos satisfechos con las metas logradas, la bandera panameña debería ondear en lo más alto del mástil pero su real posición es a media asta como verdadera expresión de dolor que aún sufre esta nación.
Sé que para unos es una reflexión con características oscurantistas.
Lo acepto, pero también resalto el compromiso para realizar una nueva independencia de las lacras y angustias que vivimos.
Por ahora solo queda la vía electoral para no equivocarnos otra vez y elegir a verdaderos patriotas.
Mientras conmemoremos con el festín, el asueto, los desfiles y otros actos protocolares la comedia del bicentenario, como la gran cortina que oculta a una nación sufrida.
Lo conmemoran quienes están en la opulencia y no creo lo hagan los que están en la pobreza.
Termino con uno de los excelentes pensamientos de Simón Bolívar:
«El sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política».
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