Por: Eduardo A. Reyes Vargas
“La bolsa de valores es un mercado donde se ponen en contacto demandantes y oferentes de capital, los que realizan transacciones a través de intermediarios autorizados. Muchas veces se conoce simplemente como «la bolsa».
Las bolsas de valores permiten la negociación e intercambio entre las empresas que requieren financiamiento, y los ahorradores (personas u organizaciones). Estos últimos buscan invertir su excedente de dinero para obtener una rentabilidad.”
Perteneciente o relativo a los electores o a las elecciones, es la definición de la palabra electoral.
Entonces fusionando ambos conceptos podemos decir que la bolsa de valor electoral es el escenario donde sectores factuales aportan contribuciones de dinero a diferentes candidaturas en nuestra nación.
Lo que sí es casi seguro que el inversor si gana su candidato o candidatos para diferentes cargos públicos de seguro cumplirá con lo que el segundo párrafo describe, es decir obtendrá una rentabilidad.
En ocasiones colocan sus alfiles en puestos estratégicos que le permitan defender sus intereses o facilitar las ganancias.
¿No lo han notado en la mayoría de instituciones con potencial económico?
En pocas palabras, obtendrán una ganancia con el nuevo gobierno para hacer negocios y acrecentar su inversión.
Algunos apuestan a varios ganadores, de tal forma que nunca pierden. Solo exigen de acuerdo a lo “donado”.
Por supuesto es un mercado variable. Pues habrá lo que llamamos “PESETEROS”
y los que se harán millonarios o multimillonarios.
Si es generalizada esa costumbre, no tengo pruebas, pero si hemos sido testigos a través de los diferentes medios de comunicación que muchos entran pobres y salen millonarios. Sus gastos proyectados en los signos externos de riqueza los delatan.
Lo hacen con indolencia y burla al pueblo que sufre todo tipo de inequidades. Inclúyase muertes prematuras y evitables.
Nuestro sistema acepta esas donaciones y como “curita” por ahora, le ponen un cierto límite. Muchas veces obviado por triquiñuelas.
Lo ideal es que no aporten nada, para evitar los riesgos de más corrupción.
Aunado a ello invertimos cifras millonarias para mantener a los partidos políticos. Millones que pueden ser destinados a salud o suplir a familias que con frecuencia se ven abocadas por su pobreza a colectar dinero para salvar una vida, en la mayoría de las veces, de niños. Vergonzoso para nuestro sistemas de salud.
La historia electoral pasada y reciente ha demostrado a los panameños que los gastos del gobierno y las inversiones tipo donación del sector privado para campañas electorales no han tenido el resultado que un pueblo lleno de desigualdades esperaba.
Por el contrario la bolsa de valores electoral y la corrupción se ha disparado.
Hay la esperanza que si algún día reformamos la Constitución se logre solo el aporte racional del gobierno para las campañas,, se acorten gastos de publicidad(muchas veces demagogia pura) , que las emisoras y tv estatales sean puestas al servicio de candidatos, que hoy se ven apoyados además por tecnologías que permiten al o los candidatos darse a conocer.
Esperamos también reformas al Tribunal Electoral que exija más aportes beneficiosos a una democracia realmente participativa y no a un parapeto democrático.
Reflexión producto del resultado lamentable que hemos padecido tras cada circo electoral como expresamos en artículo previo sobre el tema.
Puede usted lector estar de acuerdo o no. Lo respetamos.
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