Por: José Dídimo Escobar Samaniego
No hay negociación si, anticipadamente hay rendición. La negociación implica una relación de iguales, y concurso de voluntad y consentimiento negociado, que es imposible en la rendición, al que solo le cabe el camino del sometimiento.
La negociación es entre iguales ante la Ley, es entre personas que se reconocen libres y que estipulan cláusulas en un contrato que reconoce derechos y deberes de ambas partes y comparte las resultas con la misma dignidad y alta consideración.
En el caso de las negociaciones actuales entre la República de Panamá y la empresa Minera Panamá, subsidiaria de First Quantum Minerals Ltd., llegamos a la misma con declaraciones de altos personeros de esa comisión, anunciando anticipadamente como bueno que las migajas son dignas de la república y que es legítimo el despojo de nuestra riqueza mineral. Eso lo sabemos por las confesiones de Marcel Salamín, mismo que renunció hace una semana atrás ante esta posición entreguista que desconoce por completo nuestro interés nacional.
Esta empresa se ha dedicado a cooptar a las más grandes firmas de abogados del país, a realizar una suerte de relaciones públicas, financiando un sinnúmero de actividades propagandísticas en la región, sabiendo que esta no es la conducta adecuada ni honorable de extranjeros que desean contratar con Panamá, porque de lo que se trata, no es de una generosidad calculada y fría, sino de entregar a la República de Panamá la parte que en justicia le corresponde, y que como socio dueño de estos minerales, se les otorga para que ellos lo extraigan, y la paga de los respectivos impuestos nacionales y municipales, de modo que; como dijera en su momento José Antonio Remón Cantera, “no queremos ni millones, ni limosna, queremos justicia”.
No obstante, la empresa minera, en vez de pagar lo que en justicia le corresponde al país, se empecina en una amplia campaña publicitaria que involucra a casi todos los medios de comunicación masivos, asumiendo con la construcción de algunas obras en la región, que son responsabilidad de nuestro Estado, por lo cual asumen ese rol sin que medie ningún orden jurídico para ellos, para evadir la obligación que les corresponde de pagar lo que en justicia procede, lo cual indica que, se adscriben un papel de generosos con nuestros propios recursos, práctica deleznable que debe ser proscrita muy claramente en el nuevo texto del contrato.
Si de este contrato no es reivindicado el interés nacional, se le inserta al país la espina de un conflicto que terminará muy mal, porque todo lo que se hace sin justicia terminará en violencia, porque el fruto de la justicia será la paz y el sosiego.
Que no se equivoquen quienes creen que, eludiendo la responsabilidad histórica con el país, pasará inadvertido en una nación que, aturdida por la pandemia y la corrupción general, no tiene cabeza para cavilar sobre su dignidad y decoro.
La Paz del país depende, si hoy sabemos reconocer y asumir nuestra responsabilidad histórica de reivindicar la dignidad de nuestra gente. Dios nos ayudará a salir adelante y con toda certeza confundirá a nuestros detractores que, han creído que somos débiles y que, desfallecidas nuestras fuerzas, seremos presa de ellos, los carroñeros y de las hienas que nos rodean y están al acecho, desconociendo que todavía hay patriotas, listos para reivindicar la tierra y a dignidad de la que nos revistió Dios, nuestro Señor Jesucristo.
¡Así de sencilla es la cosa!
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