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Un mensaje a la Nación (Parte 1).|

La Aridez nos envuelve a casi todos, solo un pequeño grupo de egoístas y avaros gozan de buena salud económica.


Por: Gonzalo Delgado Quintero

El escenario actual aflora un total agotamiento de las estructuras del Estado Panameño en casi todos sus ámbitos, incluso, sin rumbo en las decisiones que muchas veces son tomadas de manera improvisada.

Son alarmantes los problemas sociales, agudizados aún más por la pandemia de la Covid 19 que todavía mantiene al país en una situación de crisis asfixiante. Se evidencia en el desempleo, el resquebrajamiento social, la desintegración familiar, la inseguridad, el alto índice delincuencial y de criminalidad. La caótica realidad sigue aún golpeando a más del 90 por ciento de la población y solo un minúsculo grupo no ha sido afectado y si lo fue, se han recuperado ajustándose con la ley del embudo. “Lo ancho para mí, lo estrecho para el pueblo”.

Igualmente se ha excluido al pueblo de su participación directa en el quehacer nacional y a la vez, se ha extendido el cáncer del clientelismo electoralista, la corrupción rampante e incluso la evidente intromisión de la narcomafia en la actividad política que ha degenerado en una seudo democracia representativa y nada participativa; cada vez más excluyente social, económica y políticamente contra el pueblo, profundizando las inequidades configuradas en un casi inexistente desarrollo social a pesar del sostenido crecimiento económico que ha evidenciado el país y que hasta ahora, solo ha servido al mayor enriquecimiento de los sectores del poder económico y político.

En la parte laboral y económica, esta circunstancia por ejemplo, con y sin justificación, los empresarios tomaron decisiones drásticas y en total detrimento de su personal. Botaron a muchos trabajadores sin cumplir con los parámetros del Código de Trabajo. Los re contrataron con la mitad del salario, pero debían trabajar las 8 horas. No pagaron primas de antigüedad. Igualmente, el sector farmacéutico vio un crecimiento exponencial hasta más de 10 veces sus ganancias y por primera vez se veían agotados los insumos, medicamentos y demás, sobre los que también se especularon precios exorbitantes.

Se incrementaron las ventas con exagerados beneficios en la que llevó a que una caja de mascarilla que comúnmente cuesta 2.50 balboas costará 25.00 balboas puesta en manos de una persona. Hubo escasez de guantes quirúrgicos, batas, gorros y cubre calzados médicos desechables; los fabricantes especularon con los equipos médico – quirúrgicos sobre todo, con los respiradores y otros instrumentos y accesorios.

En la parte estatal veíamos como en medio de la pandemia sobresalen en las redes, denuncias contra el descomunal aumento de los directivos del Canal de Panamá, sobre todo,  del Administrador del Canal de Panamá Ricaurte Vásquez, las dietas de los miembros de la Junta Directiva y de algunos altos funcionarios, entre ellos, operarios. Por supuesto, todos, menos los pasabarcos, quienes siguen guindando de la brocha, trabajando por contratos, sin la posibilidad de ser sujetos de créditos, incluso con 15 años de labores en la ACP.

En tanto en la Asamblea Nacional de Diputados se aprobaron leyes para el auto beneficio o sea para el blindaje de los propios Diputados, su reelección perenne, la apertura aun mayor de los espacios para permitir el patrocinio ventajoso, acomodaticio y comprometido con el poder económico, el voto plancha y el nocivo clientelismo. Vimos cómo se dieron las reformas de la Ley Electoral.

En la parte política hemos venido observando el resquebrajamiento de los partidos políticos históricos. No se ha visto de parte de estos colectivos ningún pronunciamiento serio y esclarecedor de tema alguno de importancia en los últimos dos años. Solo se mueven bajo el factor electoralista y nadie de esos colectivos con poder decisivo plantea una ruta sobre el país que queremos. Nada más se circunscriben a la crítica mordaz, la mayoría de las veces sin fundamentos y con la negativa pretensión de confundir a las personas con el afán de ganar una mayor adhesión a sus filas. O sea, no son factor de un cambio positivo.

Por su parte el proyecto de la ultraderecha reaccionaria auto declarada independiente no hace sino esperar que se cometan los errores, como en efecto está sucediendo, para, o unirse convenientemente a quien tenga una mayor opción político-electoral (como siempre) o en esta ocasión, tratar de edificar una propuesta propia para 2024.

Una circunstancia perjudicial y desventajosa excluyente de los sectores sociales y para el pueblo en general, que además sufre atomizado por las fuerzas reaccionarias de esa extrema derecha, dueños de grandes capitales y de medios de comunicación. Un grupo encopetado que marcha con la bandera de la anticorrupción, pero con un discurso demagógico que en el fondo es contrario a los necesarios y profundos cambios estructurales y sociales que en verdad se requieren con urgencia.

Pero, ante esta realidad, nos preguntamos: ¿Existe algo o alguien con la disposición y las condiciones necesarias para lograr un verdadero cambio profundo que beneficie a los amplios sectores populares del país? Y ¿Quién está en la posibilidad real y objetiva de llevar a cabo ese cambio radical?. Ese algo o alguien que esté dispuesto a llevar a cabo lo que tendría que ser prácticamente una revolución. No lo veo en el horizonte.

Porque la única forma es a través del cambio total de quienes le han venido haciendo daño al país, por lo menos en los últimos 30 años. Cambiar y meter presos a los que han robado, los que han aprobado leyes de oprobio, los que entregaron el Canal de Panamá al poder económico, los que aprovecharon la pandemia como excusa para botar a sus empleados sin justificación real de fondo, los que se han enriquecido aprovechándose de la desgracia de esta pandemia, los que no atendieron en los momentos más críticos la necesidad de salud del pueblo por estar cumpliendo con las instrucciones equivocadas de los organismos internacionales caso Organización Mundial de la Salud (OMS) provocando la muerte de millones de seres humanos, los que en medio de la crisis sanitaria se prestaron para la especulación en las compras de urgencias, los que han tratado de hacer negocios con compras y contratos innecesarios, los que no fueron capaces de llegar a verdaderos acuerdos sobre el tema de la seguridad social, los que han seguido aprobando leyes como la del Tribunal Electoral, los que se han enriquecido y no han rendido cuentas desde sus puestos antes y ahora como son muchos diputados que entraron pobres y ahora son súper millonarios, los que fueron funcionarios comprobados y confesos ladrones y andan sueltos como son los casos recientes de la administración Martinelli y de Varela; para los magistrados que han vendido fallos y se han prestado para burlar la justicia,  los que han convertido a los partidos políticos como instrumentos para el tráfico de influencias, provecho personal y enriquecerse, a los que no dejan surgir una nueva alternativa popular y progresista; pero sobre todo, a los que son vende patrias y solo juegan a favor de sus intereses en detrimento de millones de panameños.

El autor es periodista, analista y escritor.

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