Elecciones en el PRD y por qué mi aspiración al CEN
Por: Gonzalo Delgado Quintero
Y cuando digo el PRD, me refiero a los funcionarios que ocupan puestos en el Estado y acometen desde su asignación e influencia en peticiones de favores, coimas y además, trafican influencias para hacer negocios o declinar a favor de un amigo, un determinado grupo económico o persona influyente, aunque estos no hayan sido merecedores ni cumplido con los requisitos y las reglas justas del juego que se deben llevar a cabo a partir del momento de participar, por ejemplo, en las licitaciones públicas, con los pliegos de cargos o lo que señalen obligatoriamente los contenidos de los contratos.
A estas alturas algunos empresarios deshonestos se siguen enriqueciendo aprovechándose de la emergencia que sigue imponiendo la crisis sanitaria y pagan su mocha. Otros, en medio de la bruma, hacen lo mismo para mantener sus contratos como es el caso minero y demás.
No son todos, pero en este señalamiento entran muchos funcionarios y empresarios. Y parto del criterio de que al ser éste, un Gobierno que ganó gracias al PRD, es de entender que los puestos públicos de mayor importancia jerárquica en las instituciones están ocupados por miembros de nuestro colectivo, aunque hay del gobierno pasado, incluso de la administración Martinelli, y no es que sean la gran cosa. También, claro está, existen altos funcionarios del partido aliado, MOLIRENA como en La Lotería y de los Independientes que hasta donde sé, manejaban el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA).
Aclaro que en mi denuncia no me refiero a los más de 600 mil miembros que hoy se mantienen inscritos en el PRD. Todos esos jóvenes, mujeres, hombres y viejos militantes que en estas últimas semanas y con esfuerzo propio, conformaron y presentaron sus nóminas para la escogencia de los delegados y juntas directivas de corregimientos. No, sobre ellos no es mi crítica. Todo lo contrario, para estos miles de copartidarios de base, van mis sinceros respetos y felicitaciones. Además, suficiente tienen con estar sosteniendo sobre sus hombros la pesada carga, la mochila de piedra que representan los problemas sociales y económicos que venían de arrastre y ahora, la crisis sanitaria que ha empeorado la calidad de vida y el deterioro de salud de los panameños.
Mi denuncia más bien va dirigida contra los cuatro bellacos que creen que este país es su finca privada y que sobre todo, en las últimas tres décadas se han enriquecimiento a través de la influencia, el poder político y económico empresarial y los puestos públicos.
En este momento, algunos han continuado y son observables estas malas prácticas a través de malos funcionarios, políticos y empresarios inescrupulosos, quienes han venido acometiendo contra la cosa pública para favorecer intereses personales, de grupos con influencia y del poder político y económico.
Lo malo de todo esto es que para tales aviesos fines, han convertido al partido de Omar Torrijos en instrumento para cometer sus fechorías, lo que ha llevado en este momento a nuestro colectivo a ser la figura desvencijada y enclenque ante de la faz y la opinión pública del país. Un PRD que solo les ha servido para llenarse los bolsillos a esos pocos apátridas y traidores, contrarios a los lineamientos torrijistas. Son mercenarios sin bandera, ni patria, ni ley a las que responder y que por tanto, hay que castigarlos con cárcel.
Los partidos políticos legalmente constituidos, los movimientos en formación e independientes, los partidos en la alianza gubernamental y los de oposición, los movimientos sociales de los sectores populares, los gremios, sindicatos, sociedad civil, gremios empresariales y demás, deben esquivar la inmundicia a la que los están llevando como bueyes que jalan la pesada carreta de la vergüenza, de la que ningún torrijista que se precie de serlo, está orgulloso.
Sin embargo, hemos de reconocer que tal y como está conformada la estructura política, social, económica y otras en el país, es a partir de estos grupos, colectivos y movimientos sociales, políticos, económicos y otras instancias organizadas, que se generan al menos, las propuestas reales que pueden encaminar a un cambio concreto. Son éstos, los únicos mecanismos que hacen posible en este momento la posibilidad de lograr cambios.
Sin embargo, surge una pregunta de cajón: ¿Existe la disposición y las condiciones para lograr un verdadero cambio profundo que beneficie a los amplios sectores populares del país? Y entonces, ¿Quién está en la posibilidad de llevar a cabo ese cambio radical?
En el caso del PRD, en su condición de partido en el gobierno, tiene mucho desgaste a estas alturas, cuando aún falta mucho para algunas acciones y muy poco para otras. Sin embargo, tiene una oportunidad de oro, para dar ese necesario golpe de timón, enrumbar la nave hacia puerto seguro y no quedar hundido al chocar con los arrecifes de la corruptela. Este colectivo se aboca este año, a los cambios de todas sus estructuras, es un año internamente electoral y casi se prolongará hasta empatar con las circunstancias que mueven las actividades previas, pero concatenadas con las elecciones de 2024. Para el PRD es una cuestión de vida o muerte, tanto en su condición de partido en el gobierno como en su parte interna, en función de ganar espacios importantes que le permitan seguir en el poder o al menos ser parte determinante de lo que se presente para el 2024.
Debe recuperar espacios perdidos desde hace muchos años, por ejemplo, con los trabajadores organizados. Debe retornar a ser un partido de bases, un criterio conculcado hace mucho tiempo que lo convirtieron en un colectivo muy parecido en su actuar, a los partidos de corte oligárquicos de antaño y desde hace décadas, innegablemente neoliberal en su actuar en gobierno.
El PRD debe crear nuevamente las condiciones para la verdadera democracia interna y acabar con el caciquismo que hoy se mantiene en todas las áreas de circunscripción. Ahora se tiene miedo de tomar esa decisión, porque quienes se benefician de este mal proceder político, venden el criterio de que sin ellos, el partido perdería su espacio estratégico de poder. Claro, esto hasta cierto punto es verdad, debido a que se perdió también, la capacidad de la consulta que pregonaba el propio Omar Torrijos como método infalible a tomar en cuenta.
Pero quedan otros asuntos que atender en este punto. Por ejemplo está aún por subsanar la relación no tan armoniosa entre algunos dirigentes del partido con el gobierno. Entre el PRD y la Asamblea Nacional de Diputados; también, la pésima imagen de algunos diputados y políticos, las contradicciones entre los propios copartidarios en puestos cimeros, cuyas repercusiones son de carácter públicas, la afectación por ello, de la reputación de nuestro colectivo debido a estas conductas, las aspiraciones de algunas de estas personalidades de evidente mala representación a cargos en el partido, la posibilidad de estar relacionados, algunos de ellos, con personas de mal proceder asociadas al narcotráfico y blanqueo de capitales.
La próxima elección interna del PRD debe estar sujeta al escrutinio de la conducta de quienes aspiran a ocupar tales puestos, de lo contrario solo se asentará más el desprestigio que resultará en el empeoramiento de su mala imagen y la poca aceptación de nuestro partido que puede llevar a zozobrarlo en las próximas contiendas, incluso, más allá del 2024.
Esta renovación interna debe ser real, lo que nos debe llevar a lograr cierto grado de unidad. Se deben deponer aspiraciones personalistas y de mezquinos intereses, por un liderazgo ético. Hay que ayudar con urgencia al gobierno nacional en su gestión, sobre todo, en el tema de una comunicación más efectiva del Estado que hasta el momento es fatal. Destacar el tema gobierno frente a su efectividad contra la pandemia, en el tema de la economía, en la vuelta a la normalidad, pero con un sentido más incluyente de los sectores populares, en acabar con el desempleo y en ese esfuerzo, la participación honesta de los sectores económicos frente a dicho problema de desempleo y la reactivación socialmente desarrollista de economía.
En este punto, el primer objetivo es rescatar la buena imagen del PRD, en base a una ejecutoria prístina, abocándose al mayor contacto con la gente. Entender que hay grupos políticos auspiciados por el poder económico pagados para crearle al PRD una mala imagen y encima, algunos miembros supuestamente torrijistas, están cometiendo una sarta de errores en sus funciones y en su actuar.
Se están sembrando y acendrando señalamientos permanentes a través de medios y redes sociales de supuestos actos deleznables de corrupción, coima y clientelismo, que no son aclarados y quienes así son señalados, pareciesen que solo tienen el fin único de enriquecerse y mantener espacios de poder sin que ello signifique edificación alguna para el colectivo de Omar y menos para el país, y lo peor es que quienes son señalados, lo hacen desde el sitial de poder que les permitió el partido, con desfachatez, arrogancia y poco importa de lo que dicen, cierto y falso.
Si estos señalamientos son falsos, entonces es necesario que los endilgados salgan y rindan cuentas al pueblo y además, hagan sus denuncias y descargos públicos respectivos, someterse a investigación como una responsabilidad personal y política, de lo contrario deben renunciar a los cargos que estén asumiendo y ser castigados de ser culpables.
Finalmente, llegó la hora de la refundación del PRD, y para ello es necesario, por encima de cualquier criterio pesimista del no se puede, volver a la senda del torrijismo y la única forma es que los miles de inscritos voten por los mejores delegados y que estos a su vez escojan a cada una de las personas que rindan con un perfil político idóneo y prístino ya sea al Directorio Nacional, a los Miembros de los Comité Directivo Nacional, pero sobre todo, cambiar a los miembros nefastos del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), quienes solo se les ha visto servirse con la cuchara grande y pretenden venir nuevamente a buscar nuestro voto para seguir en la misma sinvergüencería.
El autor será aspirante a la Primera Subsecretaría del CEN del PRD
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