Terminó el mes de octubre, como casi siempre, lleno de lluvias de acontecimientos y sin que se hayan, hasta el momento, resuelto la peligrosa acumulación de lo insoluto, porque los entuertos son grandes y complejos y no se resolverán, con solo buena voluntad y con una alta dosis de entendimiento, sino que, hace falta mucha grandeza que, es lo que trae la humildad que sobrepone el objetivo común y superior al propósito particular y egoísta.
Nos recibe el mes de la patria, aún en pandemia, pero con una crispación generalizada, que debe ser resuelta entre todas las partes, especialmente, quienes están al frente de la cosa pública.
Que Dios nos ayude con mucha sensatez y sabiduría a evitar la confrontación que nos debilita a todos y que no trae soluciones y agravaría las actuales penosas circunstancias.
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