El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Mary Solórzano de Díaz (1944-2022)
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Nacida en julio de 1944, cuando aún tronaban los cañones de la segunda guerra mundial, formó parte de una juventud que amó por las enseñanzas de sus padres, la paz, pero no como la dá el mundo, sino aquella que rebasa todo entendimiento y que surge de la relación con el Príncipe de Paz, Jesucristo de Nazareth.
La Pareja Solórzano-Díaz, ejemplo de un hogar consagrado a servir a los demás, a dar a conocer las buenas nuevas de la salvación a través del ejemplo, se erigió en un referente familiar y de servicio cristiano en tiempos en donde el panameño y en el mundo muchos somos sometidos a la procacidad, al amor al dinero, a atesorar cosas y a la tentación de la rampante corrupción generalizada que nos acosa y que ha enrarecido el ambiente espiritual, así como contaminado está el ambiente natural.
Los esposos Díaz-Solórzano, ejemplo de servicio al Señor y al prójimo.
Mary y su esposo, dedicaron sus mayores esfuerzos a tocar jóvenes para que, sus vidas fueran enriquecidas con la Palabra de Dios que, propone propósitos altos y sublimes en la vida de cada cual. Miles de jóvenes panameños, hoy adultos con buen testimonio, cumpliendo altos propósitos en sus vidas, son los frutos en los que se goza el Señor y también nuestros espíritus, al constatar que cuando se siembra la buena semilla en buena tierra, ella germina y dá a mil por uno sus frutos y nuestras vidas adquieren no sólo sentido profundo, sino además, la satisfacción de servir genuinamente y con humildad al mejor negocio que pudiéramos dedicar nuestras vidas: Que las personas busquemos de todo corazón a nuestro Hacedor y nos conectemos con el único que por medio de su propio sacrificio nos vino a regalar la vida eterna.
Mary en la Congregación con sus hijos espirituales
Hoy día se celebra el Memorial de Mary Solórzano de Díaz, en la Comunidad Apostólica Hossana a las 11 de la mañana por lo que le expresamos a su esposo, Lionzo Díaz, entrañable amigo y compañero de milicia, nuestra solidaridad, extensiva a sus queridos hijos y nietos que le sobreviven y celebramos con toda la comunidad de cristianos panameños y en el mundo, la vida de esta extraordinaria panameña que se consagró en amar a Dios y servirle a Él y al prójimo.
Sabemos que hay fiesta en el Cielo, porque Dios se goza de la muerte de los que le sirven y suben ante su presencia.
Amén.
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