La política económica está pa’ los tigres.

Una estrategia errada en materia económica, ha sido parte causante de la situación en que nos encontramos sumergidos.

Por Ramiro Guerra M.    

Cierto que el gobierno tuvo que lidiar con una situación deplorable de las finanzas que nos dejó el gobierno del ingeniero Juan Carlos Varela. También es cierto que, al gobierno, sobrevenida la pandemia, tuvo que recurrir al endeudamiento. Pero ¿acaso el atascamiento de la economía dada la realidad, era inevitable?

Datos oficiales sugieren que, la pequeña y mediana empresa, históricamente; ha sido fuente de generación de empleos formales. En la economía fueron uno de los sectores más golpeados. Muchos establecimientos cerraron.  La pregunta, ¿acaso de cara a la reactivación de la economía, la estrategia debió priorizar a estos sectores y no a las actividades, verbigracia financieras, que no fueron impactadas gravemente por la crisis. Igual miles de trabajadores suspendidos.

En un diálogo tripartito, los trabajadores propusieron un estímulo de 500 dólares. Flexibilizaron tal propuesta y la bajaron a 200. En un primer momento el gobierno dio indicios de potable tal propuesta. La llevaron a consulta y no la aceptaron finalmente. ¿De dónde vino la línea del rechazo? Fue obvio, que la estrategia económica del gobierno, no pasaba por la ampliación del mercado interno suministrando recursos a estos sectores y con ello dinamizar la economía y el empleo. Optaron por subsidios de naturaleza asistencialista e improductivos a sectores no productivos ni generadores de empleo. Igual otros sectores que no requerían ayuda porque nunca tuvieron expuestas sus inversiones, que hacen parte del capital especulativo financiero.

Varios economistas fueron constructiva y oportunamente críticos del mal manejo de la economía. Creo que no fue mal manejo, sencillamente enfoques neoliberales, probadamente fracasados.  El país se ha endeudado enorme y peligrosamente. No hubo, durante la crisis, una adecuada planificación productiva de los recursos.

Como lo señalado, después de la no existencia ni signos de una auténtica reactivación, no hay, aún a pesar del fiasco, voluntad de rectificar. Estamos pagando un alto costo por lo desacertado del manejo de la economía, apuntalada su ruta más por necedad que, por resultados positivos y menos halagadores.

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