Editorial
Cuando no hay instituciones en el país, o éstas son muy débiles, como consecuencia de la perversa obra de la corrupción generalizada, la vergonzosa genuflexión y el abandono de los más preciados valores y principios éticos y morales, el poder lo asumen los antipatria y se lo reparten las mafias y la delincuencia organizada que utilizan el terror para imponerse y apropiarse de la riqueza nacional, destrozando al paso de su pretensión, toda convivencia civilizada e instaura en ese discurrir de su vil egoísmo, la violencia, como consecuencia de la falta de Justicia.
Restablecer El Estado de Derecho y las Instituciones Democráticas civilizadas, es el deber ineludible de toda persona decente y seria en esta dramática coyuntura actual y con ello abrir la trocha por donde debemos construir un legado decoroso, digno y decente a nuestros hijos y nietos.
He allí, la obra que debe unirnos a todos los hombres y mujeres que amamos a la patria y que deseamos dejar un legado de Amor.
Debemos estar de lado del deber; que allí, estará siempre el porvenir promisorio.
¡Por un país decente y una patria para todos!
¡Así de sencilla es la cosa!
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