Nadie nos respetará si, nosotros no nos damos a respetar.

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Panamá, su gobierno, se ha arrodillado ante USA y Europa, con el propósito de salir de las listas negras y grises en que deliberadamente la metieron los que ven en el Centro Financiero panameño, a un competidor que debe ser avasallado, sometido y hasta eventualmente eliminado.

De modo que, siendo jueces y parte, los países de la OCDE, especialmente Europa y Estados Unidos de América, a través del Comité de Mercados Financieros, le puso la proa a Panamá y desde hace bastante tiempo las listas negras y grises han tratado de contener la competencia de nuestro Centro Financiero, pero los gobiernos, especialmente el actual, a través de nuestra bisoña canciller, han implementado una política de genuflexión, y de cumplir con más de 15 recomendaciones de los sancionadores, no obstante a pesar del cumplimiento de medidas incluso absurdas, las mismas no han merecido la consideración para liberarnos del fardo de las sanciones perversas a las que, nos han sometido, a pesar de que es público y notorio que la lavandería de dinero mundial están precisamente establecidas en los países que se erigen como jueces ejecutores de sanciones contra nuestro Centro Financiero, y por supuesto, ninguno de ellos está sancionado, nosotros sí, y desde hace rato.

La realidad de hoy, manifiesta con claridad que, la política del gobierno de sacarnos de las listas negras y grises por la vía de la complacencia infinita a los acusadores, ha sido un escandaloso fracaso, especialmente porque todas las medidas conllevan la intensión oculta de destruir nuestro Centro Financiero, y éste solo se puede defender a partir de una política exterior donde brille la dignidad, donde exijamos respeto y donde ejerzamos el principio de la reciprocidad y no aceptar que partes interesadas se conviertan en nuestros jueces naturales, cuando son exactamente nuestra competencia y sus intenciones son quedarse con el mínimo mercado que Panamá atiende en la actualidad.

Nadie nos respetará si, nosotros mimos, no nos damos a respetar.

¡Así de sencilla es la cosa!

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