¿Quiénes dañan a la Madre Tierra?

Juan Jované

 

En varios artículos previos sobre el ambiente hemos llamado la atención sobre la gravedad de la situación, destacando la presencia de una verdadera crisis que de no resolverse significaría la práctica aniquilación de la humanidad. Surge, entonces, la necesidad de precisar quienes son los agentes humanos que actualmente han estado desatando la grave situación en la que nos encontramos.

En principio parecería que se trata de la actividad económica de toda la humanidad. Se trata de una visión que pareciera surgir naturalmente cuando se utilizan indicadores muy agregados de los impactos ecológicos. Por ejemplo, cuando nos referimos a la huella ecológica global. Sin embargo, si estos indicadores se desagregan territorialmente y por sectores sociales aparecen distintas responsabilidades.

En el período de la Gran Aceleración se ha dado un enorme crecimiento en el impacto sobre el ambiente. Es así que, de acuerdo a los datos referidos al promedio mundial sobre la utilización de recursos naturales por persona el 2017 fue 65.0% más elevado que en 1970. Sin embargo, se tienen que tener en cuenta que de acuerdo a un estudio realizado por Oxfam en el 2019 el 49.0 de las emisiones totales de bióxido de carbono provenientes del estilo de vida tuvieron su origen en las actividades del 1.0 de la población mundial con los más altos ingresos. En contraste con esto el 50.0% más pobre de la población mundial solo resultó responsable del 10.0% del total de estas emisiones.

Teniendo en cuenta lo anterior resulta fácil entender que el impacto sobre la naturaleza tiene una distribución espacial diferenciada entre países. Utilizando los datos expuestos por Alberto Garzón Espinoza, se puede señalar que en el 2019 un habitante de Estados Unidos utiliza en promedio al año 30.0 toneladas de recursos naturales, por lo que este indicador tiene un valor que es 1.5 veces superior al observado en Europa y 7.0 veces al observado en África.

Si, como es el caso de la emisión de gases invernaderos, resulta necesario observar los acumulados en el tiempo, nuevamente resulta claro que el impacto sobre el medio ambiente recae principalmente en los llamados países de centro. Es, por ejemplo, conocido el hecho de que el Norte Global es responsable del 92.0% del total de emisiones de gases invernaderos desde 1850. En este caso los Estados Unidos explican el 40.0% de las emisiones y Europa el 29.0%.

En términos de la huella ecológica también existen diferencias entre algunos países más desarrollados y los menos desarrollados. Es así que para Estados Unidos la huella ecológica es de 8.22 hectáreas por personas, en la India es de apenas 1.16 hectáreas por persona. Se debe aclarar que la medición de la huella ecológica como se encuentra planteada en el ejemplo anterior no toma en cuenta que ocurre cuando el impacto se hace en un país a fin de exportar bienes o servicios a otros países. Esto lleva a intentar utilizar indicadores donde el impacto ecológico se asigne no al país que directamente realiza el impacto sino al que se beneficia del mismo.

Esto último apunta hacia el problema que se conoce como el intercambio desigual ecológico. Este concepto resulta de interés en la medida que llama la atención, como lo hacen John Bellamy Foster y Hannah Holleman, de que los países importadores del Norte Global estarían recibiendo beneficios gracias a problemas ambientales que deben sufrir los países exportadores de la periferia.

Lo expuesto hasta el momento llama la atención sobre un hecho importante: el necesario esfuerzo por volver a una situación de sostenibilidad ambiental debe recaer fundamentalmente sobre los países históricamente más desarrollados, así como sobre la población más afluente.

 

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