Por. Víctor Collado
El Proyecto 163 sobre la CSS tiene un lenguaje sibilino para fingir lo que se quiere hacer en la vida real y distinto a lo que se dice textualmente.
Abusan de las inflexiones verbales para decir «podrá» donde antes decía «deberá», o «vigilar» cuando antes era «decidir», para citar unos ejemplos.
En lo menudo, el Proyecto 163 es peor de lo que dispone textualmente porque el objetivo final es ir más allá de lo que está escrito, lisa y llanamente.
Con esa finalidad, se busca afianzar al Dir. Gral., liberándola de contrapesos, y dándole poderes al cargo más de las que se detallan específicamente.
Todo esto tiene el contexto de un idioma críptico y torcedera de verbos a fin de permitir la discreción y facilitar la apertura de espacios para ejecutar todo lo que se quiere porque se simula la verdadera intención en la narración legal, y todo eso porque debe darles vergüenza decirlo directamente, sea por orgullo imperial o por simple apariencia farisea.
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