Por: Gonzalo Delgado Quintero
La pandemia sin duda alguna, provocó y sigue marcando el nuevo rumbo del mundo. En tanto, la sociedad busca su reacomodo. No obstante, el sacrificó de millones de personas ha impuesto criterios divergentes y a la vez profundizó contradicciones que aún se mantienen en una especie de impasse. Esta crisis está imponiendo cambios radicales y de hecho ha venido acelerando es resquebrajamiento de las estructuras de los modelos del sistema imperante a nivel planetario.
Sin mirar mucho atrás, pero sin desconocer la repercusión que han tenido algunas acciones acaecidas a lo largo de nuestra historia; sin embargo, la situación producida a partir de 1989, con la invasión estadounidense, el suceso más reciente y de mayor impacto en contra del país, inmediatamente después, se caracterizó por la imposición del modelo económico neoliberal y para tales fines se tuvo que firmar acuerdos, convenios y/o tratados, incluyendo los de orden comercial. Para los efectos, también se debió imponer una estructura normativa que le diera fundamento legal a lo interno del país y por igual, a los protocolos multilaterales de los compromisos adquiridos con otros países y bloques regionales.
Fue el principio de un sinnúmero de privatizaciones y de la circunstancia de tener que reprimir la participación del Estado de su anterior posibilidad y capacidad productiva, para que jugara un papel mediador y en ocasiones, de convidado de piedra.
Por su parte y al margen de las decisiones de los poderosos dueños del sistema, surgen las decisiones de los pueblos que están tomando sus propios caminos. En esta nueva circunstancia buscan y se están moviendo bajo sus propias determinaciones. Y es que este sistema y quienes lo regentan, han sido incapaces de enfrentar por ejemplo, desde su inicio, la nefasta situación de la crisis sanitaria producida por la pandemia. En medio de este emplazamiento se produjo una especie de “sálvese quien pueda”.
En este tétrico escenario mundial, Panamá se mueve y aunque es tomado como ejemplo de eficiencia y eficacia en materia de atención de la pandemia; no obstante, el país, por sus características, no está exento de esas obligaciones contractuales y de las presiones de estos poderosos que imponen, muy a pesar de su demostrado fracaso, sus aberrados criterios al margen de las necesidades de nuestro pueblo, que quizás ahora, ya no seguirá muriendo por razones de la Covid 19 , pero que en el futuro morirá por otras razones y que en este circunstancia, en paralelo al crítico momento sanitario que vivimos, se están cerniendo.
Antes de la pandemia ya nos encaminábamos a una situación crítica que muy en el fondo se han venido agravando a lo largo de las últimas tres décadas debido a las reiteradas imposiciones que pareciesen empujar en nuestros países a la no producción de alimentos. Panamá no está en este momento, ni siquiera preparada para auto abastecerse; desde hacen muchos años dependemos de las importaciones; además, se refleja la falta de incentivos, los insumos caros, la inseguridad productiva y el deterioro de los accesos y caminos de penetración que han reducido de manera impactante la capacidad y el interés de producir en todo el territorio nacional.
Una posible hambruna es real y en tal condición, seríamos incapaces de sobrevivir por nuestra propia cuenta; en tanto, hemos quedado dependientes de la importación de productos que antes éramos capaces de producir por nuestra cuenta. Nos han vuelto improductivos, a pesar de ser el país con más potencial económico de la región.
Nos siguen empujando a la privatización exacerbada, ahogando las capacidades de un Estado productor por un Estado que ni siquiera es capaz de supervisar. Nos siguen privatizando las instituciones bajo el criterio sorosano del salvataje y de las terapias de shock, así como lo hicieron en los años 90 en los países de Europa del Este y en casi todos los países América Latina.
Casi no está quedando nada de las estructuras institucionales del otrora Estado benefactor. En nuestro país por ejemplo, se mantiene un diálogo por la seguridad social. Una discusión dudosa y excluyente, sobre diversas áreas temáticas de los que no se sabe nada. También está el Pacto del Bicentenario y qué?. No es de extrañar que de todas formas se impongan las medidas paramétricas propuestas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La Caja de Seguro Social a pesar de todo, de haber sido vulnerada en el 2005, truncada en sus beneficios, servicios y prestaciones económicas y de salud; de haberle impuesto un sistema mixto que socaba la capacidad de las jubilaciones, sobre todo, de los trabajadores más jóvenes, quienes llegado el momento de recibir sus primeras pensiones previstas a partir del año 2027, sufrirán el impacto al momento de contactar que estos emolumentos que recibirán serán exiguos y muy por debajo de los niveles del costo de vida. Allí vendrá el grito al cielo.
De este tema de la seguridad social y de todo lo demás expresado, podemos concluir en que ese cúmulo de eventos está moviendo a los sectores populares, a los sindicatos, a los movimientos sociales y a todos los actores sociales progresistas a grandes convocatorias destinadas a contrarrestar el gran aluvión que nos encima a todos.
El autor es escritor, analista y periodista
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