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El negociado de las medicinas en Panamá.

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Como resultado de la pérdida de valores esenciales y la profunda confusión que vivimos, en donde a lo malo decimos bueno, a lo agrio tenemos por dulce, a la luz por tinieblas y a las virtudes por vicio, en casi todas las esferas de la vida, se han generado antivalores como la avaricia, que no tiene miramiento alguno y que incluso es capaz de poner en riesgo la vida de los panameños.

Por ejemplo, las empresas nacionales dedicadas al fármaco comercio, no producen ningún medicamento, ni tienen ningún laboratorio de investigación científica, pero son intermediarios y representantes exclusivos de las grandes firmas de las medicinas que, le incorporan al elevado precio de sus productos unas salvajes ganancias, a tal punto que en Panamá, respecto a España y muchos países de la comunidad europea, puede haber una diferencia del precio al público en el mismo medicamento, las mismas concentraciones y el mismo laboratorio de hasta 400% en nuestro perjuicio.

La especulación con las medicinas, de la cual pende la vida de miles de pacientes panameños, es la regla general y perversa en la que se juega alegremente con la Salud de nuestros compatriotas.

Entre la Caja de Seguro Social y el Ministerio de salud, anualmente el Estado compra casi 500 millones de Balboas en medicamentos, mismos que suplidos por los mismos representantes locales, acrecentando sus arcas de una manera en que se ha perdido el respeto a la dignidad y a la vida de nuestros hermanos.

En el mercado privado, una suma similar de medicamentos es consumida por los panameños, de los cuales los laboratorios nacionales representan una ínfima parte. Es probable que cerca de mil millones de balboas sean asignados por toda la sociedad al rubro de medicinas, para vernos en la realidad de que, tanto los grandes laboratorios como sus intermediarios locales, jueguen con nuestras vidas.

En tanto que el Estado tiene la obligación constitucional de proteger en su vida, honra y bienes a los nacionales donde quiera se encuentren y a los extranjeros que estén bajo nuestra jurisdicción, es preciso establecer con urgencia las medidas correspondientes a fin de que no continúe el oligopolio de las medicinas, haciendo estragos contra la seguridad y salud de los panameños.

Es preciso que el Estado, es decir tanto el Ministerio de Salud, como la CSS, consoliden una sola compra y la hagan directamente a los grandes laboratorios de manera transparente, y sugerimos que como ya ha sido aplicado con éxito en otros países centroamericanos, sea la UNOPS, la entidad de naciones unidas que viabilice dicha operación para que, no nos sigan congueando de la manera pérfida como lo han venido haciendo sempiternamente.

El presidente Cortizo se comprometió en campaña en acabar con la mafia de las medicinas, porque era notorio desde siempre el negociado cruel que contra el pueblo panameño desarrollan. Sin embargo, no sabemos qué ha sucedido que ahora se habla de un programa en que las personas pueden ir a las farmacia privadas y comprar las medicinas a los precios estratosféricos que terminará pagando el Estado y la CSS, lo cual constituye una entrega en manos de nuestros propios verdugos, una abdicación ante los delincuentes y un escandaloso premio a la inhumanidad de estos sectores, enemigos declarados de la salud corporal y financiera del pueblo panameño. Además, estos mismos verdugos acelerarán la quiebra de la CSS y de la salud del pueblo panameño, más ligero que temprano.

¡Por un país decente y una patria para todos!

¡Así de sencilla es la cosa!

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