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Ecos de una Brillante Conferencia.

Juan Carlos Mas C

Damos testimonio de una reconfortante asistencia a la conferencia de un intelectual de gran valía y reconocimiento internacional como lo es Ignacio Ramonet. Hemos bautizado este escrito con la palabra eco porque resuena en mi pensamiento la necesidad de análisis responsable que implica el haber escuchado una presentación que, aunque expresada con un verbo sencillo revela la enjundia del análisis propuesto. El respetado opinante acomete con lanza y adarga a brindarnos una interpretación muy actual de los fenómenos de la cotidianeidad haciendo centro en el acontecer estadounidense. Es un manejo de la información, aun no sedimentada, que manifiesta una comprensión expresada desde la visión del mundo occidental por el cual cabalga su interpretación. Aplaudimos sus apreciaciones y otras veces disentimos. ¡Allá vamos!

El titulo hace referencia a la detección de un fenómeno político que el conferenciante descubre como constituyente diferencial y principalísimo en el ámbito político estadounidense y hace extensivo a la esfera internacional. Se trata de la conspiración política que sustituye a la legitima participación y asociación con fines políticos. Cuando decimos legítima no nos referimos al carácter y contenido de las ideas sustentadas sino a la forma como se expresan.

Conspirar viene de coinspirar; esto es estar tan cercano en su compromiso frente a algo, tanto que se respira el mismo aire. La metodología de la reunión a puertas cerradas y el acto físico de respirar dan nombre formal a la acción, pero todavía no encierra el sentido de la misma que es el complot; este es un acuerdo secreto de pluralidad variable para poner punto final a una amenaza concebida por la acción de un grupo o persona rival. Toda esta formalización de intenciones se sacraliza mediante la conjura que provine de con- jurar:   La conjura es una conspiración que se asegura sobre la base de juramentos de lealtad a divinidad, a la patria, a una ley o a un grupo social o de pensamiento. Se justifica y dignifica la conspiración mediante el rito del juramento.

La conspiración encierra la concepción y concreción de una solución al margen de las masas. Cuando se conspira no se requiere de pactos de unidad. En ese sentido tiene razón quien no da carácter patrimonial de clase a estos métodos ya que en el siglo XIX lo ostensible era el conspiracionismo de los “carbonarios” y de los seguidores de Auguste Blanqui, pero el desarrollo  ulterior de las propuestas organizativas de la Internacional apuntaron a la formación de partidos de clase y la toma del poder en base a la movilización de masas, ya sea en elecciones o en pronunciamientos masivos de subversión armada como en la tona del palacio de invierno. Si alguien desea poner de ejemplo conspirativo a los revolucionarios cubanos baste citar que ellos se empinaron sobre un vasto movimiento de masas cuya acumulación ya había dado motivo al golpe militar batistiano.

En el otro lado del espectro político la conspiración siempre ha estado en el guion de la clase dominante. Lo que asumimos de las palabras del autor comentado es que ahora es el método de acción primordial de las clases altas en un país como Estados Unidos en donde los grupos de poder oligárquicos siempre ha logrado servirse del manejo electoral. En nuestro país el club-unionismo (que no es un sitio o local físico sino un estilo) siempre es conspirativo y siempre ofrece soluciones al margen de las masas

¿Es realmente identitaria la reactividad derechista en los Estados Unidos? El tema merece un abordaje semiótico: A los distintos se le tiene desconfianza y rechazo; lo distinto se percibe como amenaza; aquello que nos amenaza engendra distanciamiento, diferenciación, rechazo y odio; el odio se vehiculiza y expresa como conflicto; el odio y el conflicto aterrizan en el reconocimiento de que las clases sociales enfrentadas no se amistan sino enemistan.

El antiguo rival enemigo, que era el proletariado fabril, se refuerza bajo la forma diluida de la incorporación de otros trabajadores no proletarios provenientes de las debilitadas capas medias. La radicalización de la clase media disimula una proletarización inconsciente, aunque negada, de las posturas sociales, las que se tornan forzosamente confluyentes. Los signos e identidades al no lograr ocultar el enfrentamiento social refuerzan los viejos postulados marxistas, aunque debemos reconocer que su representación en el momento actual cambia de rostro gracia a los nuevos problemas y las nuevas solucionas unitarias requeridas. Es un “aggiornamiento” necesario. En ese sentido todas estas aportaciones desde distintos posicionamientos históricos que confluyen son refrescantes y necesarias.

Y… ¿Dónde quedan nuestras interpretaciones personales y grupales? Las ideologías y doctrinas redencionistas se suceden y relevan través de las épocas históricas conforme van cumpliéndose las etapas de la lucha trascendente del humano para un mundo mejor. Primero fue para sí y su grupo, luego para todos los humanos, después para todo el ambiente y finalmente…no hay final.

Lo que varía son las argumentaciones que fundamentan la defensa del oprimido primero y la ofensiva después hacia el logro aspirado. Desde Espartaco, pasando por Cristo y todos los que podamos enumerar, lo que varia es el estilo de sustentación del reclamo, esto es la doctrina y la ideología, después será lo que sigue, pero siempre centrado en lo previo. No somos ni seremos los únicos, pero somos, en común los cultores del Plan Humano sobre la base de la comprensión y movilización de las masas… como siempre ha pasado en la historia. La conferencia augura al lector de estas líneas otra lectura: la del escrito comentado, la cual es una tónica refrescante en este zaguán de las opiniones en que ha sido convertido nuestro país por obra y gracia de una dependencia impuesta y aceptada con gusto por nuestro mundo político.

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