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ECONOMÍA TERCIARIA, ESTADO EMPLEADOR Y CLIENTELISMO POLÍTICO

Por: Pedro Rivera Ortega

El clientelismo en Panamá es un tema recurrente. Tal vez si echáramos una mirada al pasado descubriríamos que se configuró antes de la fundación de la república.

El cacicazgo,  casi tribal, o más bien  feudal, puede ser el antecedente del clientelismo  político más cercano a la versión actual.  En aquellos no tan lejanos tiempos, tal como lo es ahora, no se era clientela por amor al arte, ni por razones ideológicas, sino porque algún beneficio obtendría, incluso la oportunidad de proclamar al mundo “soy amigo del candidato” solo porque un día le extendió la mano, o estuvo en su casa, o le bautizó un hijo, o le dio una gorra, un jamón o simplemente una promesa.

El clientelismo es sistémico, estructural, no casual, ni depende de la voluntad de personajes carismáticos, aunque los haya, ni de organizaciones políticas, como se cree y dice, sino una condición psicosociocultural constituida en países cuya economía se basa en la venta de servicios y de la pacotillera marginal [muy propios de países de economías del sector terciarias] no sin darse también, en menor escala., en ámbitos de desarrollo agroindustrial [sector primario].

En una sociedad sin equilibrio entre oferta y demanda, lo que potencia el mercado capitalista de la periferia, es una masa compradora de alimentos y bienes materiales.

A esta clientela consumidora, consumista, creada por el sistema, se la obliga a buscar empleos donde no los hay, o hay poco.  De manera que, si el modelo económico —no agroindustrial— genera pocos puestos de trabajo, el Estado debe generarlos, convertirse en agencia de empleos,  cuya obligación algorítmica es, además de subsidiar, por un lado, en forma directa, a la empresa privada, por el otro es “poner dinero en el bolsillo de la gente” para que circule, para proveer de lo suyo los a los ciudadanos del tipo “dónde está lo mío”, recurso que  por intermediación del mercado también va directa-mente al comercio con el fin de sostener el estatus quo.
Este clientelismo económico sistémico, indisoluble [consumidor-comercio-Estado empleador] al agregársele el factor “democrático representativo”, sobre todo en periodos electorales, se muta en clientela política, sobre todo en ápoca de elecciones.

No por otra razón más del 66% de la población habilitada para votar en Panamá [caso único en el mundo] está inscrita en partidos políticos.

Las plazas de trabajo creadas por el Estado., incluyendo las “botellas”, sostienen la actividad comercial y convierte a los consumidores en clientela política.

Sólo el PRD tiene más miembros que todos los partidos juntos de Chile, un país de 19 y pico millones de habitantes.

Recapitulemos: miles de ciudadanos,  cada 5 años tienen la esperanza de que las escrituras políticas a las que se han afiliado lleguen al poder con la esperanza de recibir algún tipo de recompensa.

No por gusto uno de los pensadores más destacado del Vigésimo Siglo, Diógenes de la Rosa, en un encuentro con periodistas sostuvo que “las botellas» son el único recurso que tienen las clases medias y bajas de poder recibir algo del presupuesto nacional… porqué el gran porcentaje lo reciben las elites”. PRO

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