Según economistas panameños, “Las tres formas que se utilizan en Panamá para no pagar impuestos: el fraude, la elución fiscal y la evasión impositiva. Según cálculos, estas tres formas de no pago de impuestos puede estar por los 7 mil seiscientos millones de dólares anuales, un poco más del 11.4% del PIB. Sin contar con todo lo generado en el sector informal e ingresos ilícitos, que muchos de ellos van a depósitos a los bancos, cuyos beneficios no pagan un solo centavo de impuestos. Estamos hablando de millones y millones. Cómo se puede justificar depósitos locales de más de 100 mil millones, aproximadamente más del 80% de los depósitos. Imposible que la población panameña pueda tener ahorros con un salario mínimo medio de 709.90 mensuales. Según las estadísticas y que utilizan el SIP. Representa un 85% de la población trabajadora del sector formal. Además, un sistema fiscal que ha contribuido a empeorar la desigualdad y mala distribución de la riqueza. Situándonos entre los peores países con una pésima distribución de la riqueza. Urge una verdadera reforma fiscal. Todos debemos pagar los impuestos y los mismos sean bien gastados e invertidos. La elución fiscal, es la peor, y se da mucho en los pequeños y medianos negocios. Incluido el ejercicio profesional independiente”.
La elusión fiscal consiste en el uso de mecanismos legales para reducir o evitar el pago de impuestos. Se caracteriza por no contradecir las normas, sino en valerse de sus defectos, puestos como portillos deliberados, para obtener un beneficio económico.
En otras palabras, una empresa o persona que recurre a la elusión fiscal está aprovechando vacíos legales fabricados desde el poder, para reducir sus obligaciones ante el fisco. Quienes construyen la norma, generalmente son los mismos que después son asesores tributarios para eludir habilidosamente la responsabilidad fiscal.
Por ejemplo, Samuel Solorzano vende su finca de 80 hectáreas a Mariano Pérez Buendía que, la va a urbanizar, y acuerdan el precio en 25 mil balboas la hectárea, lo cual hace que el total a pagar sea dos millones de balboas, esto todo establecido en un contrato privado. Sin embargo, en el contrato que se llevará a la notaría, se establece un precio de solo 200,000 doscientos mil balboas, que se determina como el precio declarado. La transacción se realiza, pero la obligación tributaria con el Estado ha sido eludida y esa lesión ocurre todos los días en miles de transacciones, de modo que, en Panamá solo pagan impuestos, los más pendejos, porque los avivatos y los poderosos no lo hacen, pues cometen fraude perenne y permanentemente, lo eluden o lo evaden.
Ahora que se hará cargo un gobierno empresarial, aunque reconocen que no hay ni esperanza, bueno sería que actuaran con algo de ética y moral y sabiendo las triquiñuelas para evadir y como quiera que requieren dinero para funcionamiento y continuar las obras que aún no terminó el saliente gobierno, podrían recuperar una liquidez importante si toman las medidas para que asuman la responsabilidad tributaria, precisamente los empresarios que han evadido y eludido esa responsabilidad con la sociedad y el Estado panameño.
Pero es de sorprenderse, que esa misma empresa privada defraudadora, evasora y elusora fiscal, sea la que reclamen el poder político, precisamente para no permitir que hay alguna reforma que haga justicia tributaria y los obligue a pagar lo que en Ley corresponde y además, con un discurso grandilocuente, expresen que ellos son el principal motor de la economía, pero ocultan simultáneamente el gran atraco que desde hace rato le cometen a la república en la descomunal evasión fiscal anual, con la cual hoy Panamá, no solo no tendría deuda externa pública alguna, sino que, el desarrollo económico social hubiera alcanzado a la mayoría de los panameños que hoy se debaten entre la pobreza y extrema pobreza.
¡Así de sencilla es la cosa!