Especial de Prensa Latina
- diciembre 26, 2022
- CST12:09 (GMT) -0500
Con el destacado profesor universitario y activista de la solidaridad con la isla este reportero apenas intercambió tarjetas y saludos y el compromiso de una entrevista sobre la impronta del autor de Versos Sencillos en el pensamiento emancipador del continente.
Se le vía entusiasmado con el programa futuro del homenaje que en Panamá harán al Maestro, “a quien hay que acudir siempre para entender qué es el imperialismo yanqui”, decía.
Vestía impecable en aquel encuentro en uno de los pasillos del emblemático Teatro Nacional, en el Casco Antiguo de esta capital, con su sombrerito de color blanco y la bandera que ondea en el cerro Ancón en uno de los extremos de su guayabera blanca.
“Este concierto por el aniversario 63 de la Revolución cubana no me lo puedo perder”, aseguraba.
Candanedo fue un infatigable estudioso de la obra de Martí. Fundó y dirigió hasta el último de sus días de existencia física la Cátedra Martiana de la Universidad de Panamá.
En mayo pasado se le veía aún vigoroso en el acto por el aniversario 127 de la caída en combate del Apóstol en Dos Ríos.
Allí coincidió con el destacado intelectual Guillermo Castro, vicepresidente de Investigación y Formación de la Fundación Ciudad del Saber, que señaló entonces que Martí al ofrendar su vida por la independencia, reafirmaba lo que asegura el himno marcial de esa isla: morir por la Patria es vivir.
Como Castro, también Candanedo destacaba en sus palabras que la obra y vida del prócer cubanos permite entender que su grandeza y trascendencia no le viene solo de indudables méritos personales, sino además de su capacidad de convertirse en el primero entre sus iguales en la isla y en la América hispana.
Por eso comentaba la importancia de profundizar en la relación entre el fundador y organizador del Partido Revolucionario Cubano en 1892 y la contienda a que convoca tres años más tarde, en la que Martí se presenta como producto y fruto de la más fecunda y trascendente de sus obras.
Para Castro y Candanedo resultaba vital, según explicaron, la importancia de rescatar las observaciones de Martí en estos tiempos de crecimiento económico injusto y desigualdad social, cuando alertara que el origen de nuestros males radica en que está pendiente la solución del problema de la independencia, “que no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”.
Candanedo falleció la víspera a los 78 años de edad, víctima de un cáncer que lo aquejaba hacía meses. Sus familiares confirmaron la trágica noticia en las redes sociales y una avalancha de mensajes de dolor y condolencias y tributo al pensador no se hizo esperar.
En la Universidad de Panamá, justo al Paraninfo donde los terroristas bajo las órdenes de Luis Posada Carriles intentaron asesinar a Fidel Castro en el año 2000 se erige un busto a José Martí, obra del escultor isleño José Fuster.
Desde allí recordé algunas de las ideas de Candanedo y sus magistrales conferencias y bibliografía al referirse al más Universal de los cubanos.
La Cátedra Martiana, surgida a finales de la década de los 90 y creada por panameños muy vinculados a Cuba, tuvo entre otros momentos memorables la realización del Primer Congreso de Cátedras Martianas en 2003, con la presencia del intelectual cubano Armando Hart.
También llegaron a publicar una revista y siempre fueron frecuentes las actividades en homenaje a Martí de conjunto con la embajada de Cuba en Panamá.
Candanedo solía afirmar que el ejemplo y los textos martianos son guías que orientan permanentemente la lucha de los pueblos de nuestra América contra el imperialismo norteamericano y en pro de la unidad.
D e igual manera gustaba resaltar al Apóstol como un precursor de la integración regional y señalar que entre sus mejores seguidores y alumnos sobresalían Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez.
Sobre Cuba no pocas veces se le escuchó aseverar a Candanedo que es el ejemplo de sociedad solidaria en la que uno quisiera vivir, en la que a pesar de la escasez de bienes materiales, hay una distribución justa de la riqueza.
Ahora en Twitter es recurrente el mensaje de muchos colectivos como el de la Asociación Panameña para el Desarrollo Integral de Comunicación Social en el que segura que “Don Miguel fue un hombre culto, martiano, como pocos. Solidario con la causa social”.
Otras agrupaciones lo recuerdan como el orador de verbo encendido, revolucionario, siempre en su trinchera al servicio de los pobres, solidarios con otros pueblos del mundo oprimidos por el imperio terrorista genocida de Estados Unidos, como él lo denominó.
mem/ga