Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
En otras ocasiones, he escrito, que no se trata de hacer oposición sencillamente por el prurito de oponerse a un gobierno.
El derecho a disentir, conlleva a ser crítico, pero también propositivo.
En un escenario como el citado, los gobiernos deben cuidarse de ser muy sensibles y actuar como si a las críticas, la consideran como ataques al cual hay que enfrentar.
En nuestro caso, procuro la objetividad en las críticas y desde esta perspectiva hago y he venido criticando actuaciones y discursos, que más que ayudarnos salir de la crisis en que se encuentra el país, nos conduce a profundizar el hoyo de la crisis.
En este contexto, pienso que el gobierno, erró al decirle al país, a los panameños, que su gobernabilidad se monta o sustenta en la empresa privada. Una posición, que tiende a alejarse del resto de la sociedad.
En consecuencia, se han anunciado medidas, que apuntan a golpear a los sectores populares, clase media y obrera. La eliminación del bono solidario para la adquisición de vivienda, golpeará a los sectores arriba señalados interesados en la adquisición de una vivienda.
Igual ocurre la política de regulación de precios. Imagínenos con regulación, la vida es cara, que será del pueblo, con dejar todo a la ley oferta y demanda.
Igual, eliminar el subsidio al tanque de gas de 25 libras y del combustible, conducirá a un incremento de precios para el pueblo.
Una política de eliminar subsidio sin analizar el impacto social, genera malestar en la población.
Claro que hay subsidios que hay que regular, entre ellos a sectores del capital, cuyos beneficios no los ve el pueblo.
Un error del gobierno, de seguir el esquema de Javier Milei, que salir de la crisis, hace obligante la política, de eliminar subsidio sociales y que la población pague el costo real de bienes y servicios que consume pero garantizando las altas ganancias del sector empresarial. Esta política es fuente de crisis y confrontaciones sociales.
En países como el nuestro, de poco desarrollo y mercado pequeño, jugar a las reglas de disminución del estado, de absoluto libre mercado, apunta hacia el desastre y la aparición de monopolios. Lo anterior constituye la causa del encarecimiento de la vida. Panamá es un país caro para vivir.
Por lo anterior, en el horizonte, veo al presidente Mulino, dar un salto hacia atrás y colocarse en un centro político, como condición para hacer del estado, un factor de equilibrio social. En consecuencia, no se está sugiriendo que rompa palito con los empresarios, sino de dar curso a políticas más de equilibrio y de centro social.
En forma sencilla, que no sea vea al estado, como simple instrumento de las élites del poder económico. Al revés, que el estado opere en función de regularizar el mercado en dirección a lo social.
Dios bendiga la patria.
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