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Nuestra Corte de Justicia ante su suprema hora

Respuestas a 5 preguntas esenciales

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Qué

La tensión aumenta con las horas, en la medida en que nuestra Corte de Justicia, se enfrenta a su hora suprema, en donde se pone a prueba su integridad y su compromiso con el Estado de Derecho y la justicia en nuestra bella patria que, esperando que nos prodiguen una sentencia congruente, coherente, racional, ejemplar y que salve la dignidad patriótica, frente a lo chueco en que se acostumbraron a vivir, al margen del derecho en los que vivieron por casi cinco años y diez meses, en que la anterior sentencia de inconstitucionalidad del 21 de diciembre de 2017 que, se ejecutorió conforme al artículo 2,568 de nuestro Código Judicial a la fecha de esa decisión, el 24 de diciembre de ese mismo año, y no requería de ninguna publicación en Gaceta Oficial, para quedar en firme, puesto que lo que no está determinado por Ley como solemnidad, siendo que es la formalidad exigida por la ley para que el acto jurídico nazca a la vida del derecho; es la manera como se expresa la voluntad para el perfeccionamiento del acto jurídico, en este caso, no se requería ni se requiere y además todas las partes estaban debidamente notificadas e incluso la sociedad civil de abogados que representa a la empresa y prueba de ello es que ensayó la interposición ante la Corte de siete escritos absolutamente improcedentes, solicitando aclaración de sentencia, sabiendo de antemano que, ese es un derecho sólo de las partes en el proceso y ellos no lo eran ni nunca lo fueron.

Cómo

Nuestra Corporación de Justicia tiene, en esta coyuntura, al país entero en su más alta expectativa, en vigilia y en espera angustiosa, aún con el grave sacrificio de que se hayan cumplido los términos de Ley, para que no se alegue en lo absoluto, faltas al debido proceso y, aunque ello tiene en la más alta tensión y serias limitaciones a todos los panameños como nunca antes había ocurrido, se ha determinado el camino pacífico y en derecho de esperar una sentencia, aunque corren por los corrillos, especies que de ser ciertas, podrían generar una devastación a la patria y a los panameños, sin embargo, oramos al Dios del cielo y de la Tierra, a nuestro Señor Jesucristo, para que ponga entereza, valor, denuedo, patriotismo e integridad en quienes tienen que, tomar la decisión que traiga paz, por su contenido de justicia que, es lo que clama este pueblo nuestro y que espante y ahuyente el espíritu de destrucción de la confianza pública en nuestras instituciones nacionales, en lo que podría ser una criminal autofagia, movida por el poder del dinero de los que creen que todo y a todos se puede comprar.

Dónde

Esta decisión que estamos esperando, trasciende incluso nuestras fronteras. Esta decisión, como ninguna otra, podrá generar sosiego y tranquilidad en todo el territorio nuestro, pero también, si trae inmersa, cosa que no se ha pedido o algún asidero para la bellaquería, podría ser la gasolina que prenda al país entero, como no se ha visto nunca en toda la historia de nuestra nación.

Esperemos que, como está escrito en el libro de Isaías, capítulo 32, versículo 17, que dice:

“La justicia producirá paz, tranquilidad y confianza para siempre”.

Sabremos muy pronto si hay justicia en el país, porque si la hubiere en esa decisión, ella traerá por sí sola la paz que, anhelamos los panameños y en caso contrario, lo que veremos será el fruto de la injusticia que es violencia que, nadie en su sano juicio debería procurar.

Cuándo

La Corte ha dicho que se reunirá en Sesión permanente a partir de este 24 de noviembre, dado que precluyó al final del día de hoy el término para que los ciudadanos puedan aportar criterios en el proceso de inconstitucionalidad presente.

Los ciudadanos, mientras tanto, han decidido expresar una vigilia permanente alrededor del Palacio de Justicia, Gil Colunje en los que estudiantes, profesores, Médicos, Obreros, amas de casa, profesionales de todas las ramas, originarios, campesinos y especialmente los jóvenes de mi patria, esperan la decisión que ponga fin a la entrega de nuestra soberanía y dignidad nacional a una empresa grosera y soberbia que, ha vivido al margen de la Ley.

Por qué

La patria nuestra, ha sido traicionada muchas veces por quienes debieron amarla y defenderla. Hace pocos días se cumplieron 120 años en que un 18 de noviembre de 1903, se firmó en Washington el tratado Hay-Buneau Varrilla que marcó el destino de lucha de casi un siglo de los panameños y que hace tan solo 23 años en que pudimos salir de la ignominia. En aquella ocasión, no fue un panameño el que firmó ese tratado, pero hace tan solo un mes atrás, el 20 de octubre pasado cuando la mayoría de 45 diputados de la república, a propuesta del Ejecutivo, aprobaron entregar la dignidad y la soberanía del país a una empresa delincuente. Esa traición artera, es la que nos tienen en la actual coyuntura y en la espera de un remedio congruente con el Estado de Derecho, a pesar de que quienes lo denostan y lo exponen, son altos funcionarios, electos y designados y también particulares que tienen el deber de servirle al país y a los panameños,

Prefirieron tomar la senda de Judas Iscariote que traicionó al Señor por treinta monedas de plata, porque lejos de ellos está el Decoro y el Honor, porque como decía Omar Torrijos: “su único himno es el sonido de sus cajas registradoras”, no hay en ellos amor por esta tierra ni pueden fingir que aman a su gente, porque se descarriaron por el camino del Amor al dinero, y no los deleita otra cosa que amasarlo como sea, aún si tuvieran que vender a sus progenitores o a su descendencia.

Hoy, la desconfianza en la Corte Suprema, en sus decisiones, no se sostienen en un capricho antojadizo de los ciudadanos, sino en el discurrir del tiempo y el testimonio de una Corte que, movida  por diversas razones, entre ellas que existen miembros de ella que, se convierten en partes de procesos civiles o de otra índole y al hacerlo, la función judicial del Estado deja a los ciudadanos en auténtica indefensión, tal es el caso de un comerciante que aunque un magistrado tiene una conducta hostil en su contra, porque lo ha perseguido por interpuestas personas, por razones inexplicables, no adopta el camino de apartarse del proceso y declararse impedido, como corresponde conforme en Derecho, sino que, desafiando todo criterio legal y ético, sigue reteniendo en sus manos un proceso que le está vetado, causando serio perjuicios y no hay nadie que ponga orden en el Sistema Judicial.

La Corte tiene la oportunidad de validarse ante la sociedad y esperemos que dé un fruto bueno, aunque en las sagradas escrituras está escrito que: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”. Así, en esta breve cita bíblica en el libro de Mateo, 7: 17-19, también está la sentencia y el destino de nuestra Corte, que la escribirán ellos mismos con su puño y letra.

No pretendo ser alarmista, pero si los magistrados salen con un disparate jurídico, nadie contendrá la ira ciudadana y el pueblo se hará justicia, con sus propias manos.

No antepongan intereses privados o personales, ante los derechos del Estado y sus ciudadanos.

Que nuestro Señor tenga misericordia de todos nosotros y nos haga Justicia Él mismo, con su propia mano.

¡Así de sencilla es la cosa!

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