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«No hay un camino hacia la lucha, porque la lucha es el camino».

El Presidente si tiene quien le escriba

Por Gonzalo Delgado Quintero

 

Inicio por preguntar: ¿Quiénes son realmente los responsables del desastre minero? Acaso el Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRAC), los maestros, los Ngöbe Bugle, los jóvenes o el resto de ciudadanos que de manera multitudinaria se manifestaron en las calles. No creo que lo sean, porque lo que aún está sucediendo y que se mantiene, ahora, en la Corte Suprema de Justicia, tiene connotaciones más profundas e históricas.

Pero también pregunto, acaso de éste y otros temas son el Presidente de la República, los diputados, los magistrados o en todo caso el país por tener ricos yacimientos mineros, el problema de fondo. También creo que este asunto trasciende y va más allá y lo sustentaré.

Primero, pensar que el SUNTRACS es un factor determinante de poder político con posibilidades reales de evolucionar y lograr un triunfo electoral en el corto plazo, estaría muy alejado de la realidad, al menos en este momento; pero, no reconocer que este sindicato fue el que alertó sobre el contrato minero leonino que se intentaba aprobar a tambor batiente bajo todo tipo de presión, prebendas y millones de Balboas bajo la mesa (esto último señalado por propios diputados), es faltar a la verdad.

Por su parte los maestros asociados, siempre han sido un gremio beligerante en diversas  luchas, con espíritu altruistas y aunque a veces desatinadas en resultados, como fue la derogación de la Reforma Educativa en 1979, no se les puede escatimar el sentido progresista que los mueve.

En el caso de los Ngöbe Bugle, su disposición de lucha es milenaria; además, en los últimos 531 años se han mantenido en pie de defensa de su propia existencia, marginados en las montañas, hasta donde fueron empujados, después de haberles arrebatado las ricas tierras rivereñas de las que eran sus legítimos dueños.

Con respecto a los jóvenes de mi país, confieso que tenía un criterio equivocado. Pensaba que estaban adormecidos por el celular en torno al sentimiento nacional. Pero no es así. Salieron de manera contunde a las calles en conjunto con el resto de los ciudadanos de todas las edades con capacidades de movilización y lo hicieron a punta de chats.

Por su parte el gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), aunque tiene un importante grado de responsabilidad, tampoco son el problema de fondo, o si se quiere, son parte del daño colateral que nos impone una vez más, las reglas del modelo económico que se sustenta en la transnacionalización que viene propiciando el saqueo planetario. Panamá, en síntesis, no es el problema; es, eso sí, el objetivo estratégico. Así como lo fue desde 1513 cuando Balboa al frente de 190 españoles y 810 nativos, se dirigieron y vislumbraron con solo 67 sobrevivientes, después de una larga travesía, desde las alturas, el Mar del Sur, bautizado luego como el Océano Pacífico, “completando el ciclo colombino de acceso”, hacia las Islas Orientales de las especies.

Sobre lo señalado, sin embargo,  debemos hacer la acotación de que Cristóbal Colón, el 6 de enero de 1503, debido a una fuerte tormenta, refugió sus cuatro veleros, La Capitana, la Gallega, la Vizcaína y la Santiago de Palos en la desembocadura del río Kiebra, hoy, río Belén, que divide las actuales provincias de Colón y Veraguas y allí, empezó todo este drama.

Desembarcado allí, Colón observó las riquezas de oro de estas tierras y de inmediato trató de fundar la población de Santa María de Belén. Sin embargo, no logra su propósito, sobre los dominios del Quibián, al ser derrotado por este cacique y expulsado para siempre el 16 de abril de 1503, sin poder establecer la primera población europea en tierra firme.

Panamá, sufrió durante varios siglos la vejación de la conquista española, incluyendo tres siglos de piratería. Desde entonces, siempre ha estado jalonada por diversas razones a ser un punto de referencia. Pero son sus riquezas minerales y su estrechez, las que la han condenado a tener que librar sus grandes batallas. Eso ha sido así, desde su condición de colonia española, luego su anexión a la Gran Colombia, su separación del proyecto bolivariano y su nueva e inmediata relación con Estados Unidos, garantizada con el Tratado Hay-Vuneau Varilla hasta finalmente librarnos del coloniaje hace apenas 23 años pasados, gracias al Tratado Torrijos-Carter.

Desde esa primera confrontación entre las huestes de Colón y el invicto ejército de Urracá o Quibián, (dicen que era el mismo personaje), se nos impuso el propio destino casi fatal, en el hecho de mantenernos siempre en la condición permanente de defender nuestro ser nacional contra el pillaje del poderoso extranjero, que siempre nos han visto, nos ven y verán en función de sus apetencias económicas.

Otro ejemplo de nuestra historia está precisamente en la relación que sostuvimos con Estados Unidos. Este poderoso imperio controló durante 80 años, el Canal e instaló bases militares en lo que se conoció como Zona del Canal. Esa fue una de las últimas y largas luchas anticolonialistas que sostuvimos.

Pero la presencia colonial norteamericana en nuestro territorio fue oficializada mucho antes, por el Tratado Mallarino-Bidlack, firmado el 12 de diciembre de 1846, entre la República de la Nueva Granada representada por Manuel María Mallarino y los Estados Unidos representado por Benjamin Bidlack respectivamente. Al fin y al cabo este tratado fue  uno de los antecedentes de la separación de Panamá en 1903, obviamente de pleno beneficio para Estados Unidos.

En este punto es importante recordar que a raíz de la fiebre del oro desde 1849, debido al descubrimiento de yacimientos de este metal precioso en California, nuevamente el Istmo de Panamá, se convierte en un punto estratégico y ese tratado de 1846, le sirve a los norteamericanos para trasladarse del Este al Oeste, que les era más fácil por nuestro territorio y para lo cual construyeron el primer ferrocarril transístmico, iniciado en1851 y terminado en 1855.

Aquí es nuestra posición geográfica lo importante en el enfoque geoestratégico del nuevo imperio norteamericano, que además del oro, sirvió para asentarse en el vasto territorio, entonces dominado por los aguerridos nativos descendientes de esa inhóspita región, conocida como el Oeste norteamericano.

Si hacemos una observancia histórica, Panamá siempre ha estado en la mira imperial. Por lo que fuimos y seguimos siendo. En la época española, de Panamá fue tanto el oro cambiado por espejitos, como su posición geográfica que les ayudó en su expansión conquistadora, sobre todo y al principio hacia el Perú. Para los estadounidenses, igualmente, fue nuestra condición rápida de pasar de un océano al otro. Ese era su principal fin y cada uno de esos momentos de la historia fue marcado por los objetivos estratégicos que ocupaban el pensamiento hegemonista respectivo de cada imperio. No obstante, el interés imperial, ahora, al menos en nuestro país, es la minería, por supuesto, sin dejar de lado, nuestra posición geográfica que todavía de algo sirve.

Además, nuevamente es la circunstancia hegemonista lo que se mueve, como siempre, es algo de lo que pareciese que no podemos escapar en esta nueva realidad actual, al menos, en nuestras latitudes. En este escenario nuevo, surge otra pregunta y es por qué ahora, la extracción minera, cuando desde hace más de 50 años sabían de esas grandes riquezas que había en nuestro subsuelo, que tan solo en Donoso se calcula en más de 400 mil millones de dólares.

Entonces, quiénes están detrás de la minería en Panamá. Esta es una pregunta con respuesta de conocimiento público. Hasta el momento y a la sombra estuvo “la empresa estadounidense The Vanguard  Group, Inc, es la mayor accionista de First Quantum Minerals, tenedora de las acciones de Minería Panamá”. Trataron de esconderse y en el propio contrato fijaron la cláusula leonina y antijurídica de no dar a conocer el nombre de los accionistas. Vanguard es la base que sostiene todo este entramado, además de ser la mayor gestora de fondos de inversión y segunda después de iShares, proveedora de fondos cotizados, una compañía de BlackRock, empresa gestora de activos más grande del mundo.

En el caso de Vanguard, para tener un mínimo de referencia de esta empresa, tiene acciones por todo el mundo. En Amazon, Microsoft, Coca Cola, Mc Donalds, Pepsicola, Ferrari, Apple, Bank Of America, JP Morgan, Wells Fargo, Citigroup, Monsanto, Goldman Sachs, Exxon Mobil, Johnson & Johnson, Ford, Pfizer, Uber, The Walt Disney Company, Boeing y otras.

En este escenario cuando se habla de Vanguard y BlackRock, se hace referencia al corazón mismo del propio sistema capitalista. Es desde estos puntos ejes del poder económico, de donde emanan las directrices de crear las grandes estrategias globales, incluyendo guerras genocidas si con ello consiguen sus propósitos de concentrar en sus manos cada vez más riquezas. Acaso la guerra en Palestina no tiene esta connotación cuando se acaba de descubrir un reserva importante de gas y por tanto, sea realmente por ello, entendible el exterminio que allá ocurre.

Estas dos gestoras de inversión fueron las mayores beneficiarias de la crisis financiera de 2009 y posteriormente, de las ganancias astronómicas que consiguieron con la pandemia de la Covid-19. Toda estrategia va dirigida a objetivos concretos de provocar diversas situaciones en cualquier región del mundo, cuyos resultados siempre sean el rédito de cuantiosas sumas. Esto último ha sido la forma novedosa de generarse riquezas, incluyendo guerras, el atropello a la soberanía de los países que ya no excluye a ningún país por más grande y poderoso que sea, apoderarse de los recursos energéticos, minerales y cualquier otro donde existan y agréguele a todo esto la encubierta guerra bacteriológica que está detrás de todas las enfermedades infecto contagiosas, emergentes y reemergentes, incluyendo la Covid 19, puede estar esa mano peluda.

Es por todo lo expuesto que considero ridículo, decir que Saúl Méndez o Genaro López, por ser dirigentes del SUNTRACS, o ser dueños de no sé cuántas fincas, los maestros porque se dice de ellos que cobran el mejor salario de América Latina y que no están preparados debidamente (que es cuento), de los Ngöbe que de manera rotundamente equivocados dicen de ellos, que no les gusta trabajar que es otro cuento echado por quienes los sometieron y con una malévola consigna, desacreditarlos bajo el viejo dicho de que indio, paloma y grato son animales ingratos, fíjense lo perverso, que además de lo de ingrato, los tratan de animales y he oído decirlo en estos días. Además, tampoco es correcto mentarle la madre al Presidente y utilizar frases de corte fascistas para incitar a nadie, eso más disminuye el esfuerzo colectivo, así como también lo produce el vandalismo, que habría que investigar realmente quien lo promueve.

Despojémonos de esas taras socioculturales negativas. Porque al fin y al cabo los campesinos, los sindicalistas, los docentes, los jóvenes, los nativos descendientes, el pueblo en general o por igual, el presidente, los magistrados o diputados no son el tema ni el problema de fondo. Todos son, eso sí, los actores secundarios de esta tragedia puesta en el escenario nacional y a cada uno le ha correspondido jugar su papel. Sin embargo, más allá de este dramático y realista acontecer, están los dueños del teatro. Por eso, diría que yo no quiero dirigirme a los empleados, a los payasos, a los monos, las jirafas o los leones, sino con el dueño del circo, que es el que está cobrando en la taquilla grande y solo reparte migajas y contra esos, debe ser nuestra mayor pelea.

Aquí, lo que queda por delante es que los nativos actuales que somos todos los panameños, nos toca llevar a cabo la tercera “batalla de las razas”. La segunda la libró ese alpinismo generacional que encabezó Omar Torrijos. En tanto, que la primera la libró Urracá, después de derrotar a Gaspar de Espinoza y a Pedrarias De Ávila en las llanuras de Coclé en 1527. Ellos crearon una poderosa confederación de pueblos indígenas para oponerse al conquistador. Cabe preguntar ¿Quiénes son los caciques (dirigentes verdaderos) de hoy?, así como en aquel momento lo fueron Ponca, Trota, Duraria, Guisia, Guaniagua, Tabor, Chiracona, Huisia, Esquegun, Bulabá, Raquegua, Musa, Sambú y Chocó y porque no mencionar a los derrotados Cébaco, Mariato, Bericó, Natá y Nomé, que se pusieron al servicio de los españoles.

Siempre ocurre la derrota, la traición, el engaño, la confabulación. Pero en toda la historia de conquistas, desde las primeras invasiones de clanes y tribus, los saqueos nórdicos oficiales y cada batalla en cualquier esquina del planeta, todas absolutamente, esconden detrás una intensión económica y Panamá no es la excepción. Pelearnos entre nosotros o propiciar tal situación es perder de vista el bosque buscando un árbol. De toda esta historia, la reflexión única es que la lucha es continua y prolongada. Que los luchadores de hoy, somos la continuidad de cada una de las personas que lucharon en su tiempo y espacio; ahora, nos ha correspondido a nosotros y que no hay un camino hacia la lucha, porque la lucha es el camino.

El autor es periodista, escritor y analista

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