por: Gonzalo Delgado Quintero
En este análisis coyuntural, opino que Ricardo Martinelli no es el problema, en esencia nunca lo ha sido. Tampoco los partidos ni sus candidatos o los independientes. No es la corrupción el fondo de las inequidades, ni el clientelismo o el que hay pa´ mí, lo que incide o está ocasionando en mayor grado el deterioro político y social que se vive. Todo eso es resultado que parte de un origen primigenio.
Sé de antemano que por este artículo me caerán encima las duras críticas de algunos de mis lectores. Así lo hicieron cuando leyeron uno de mis tantos escritos en el que planteaba que si no sucedía algo extraordinario, Gabriel Carrizo ganaría las primarias del Partido Revolucionario Democrático. Ahora, después de lo sucedido, nadie me ha llamado para decirme que tenía razón.
Que para esos efectos, se debían unir Crispiano y Pedro Miguel, para que hiciesen una fuerza que le pusiera contrapeso y la posibilidad de una victoria interna en el PRD diferente, no porque el ungido me cayera mal, sino porque aun considero que Gaby Carrizo, que ahora le toca a él hacer ese algo extraordinario, de lo contrario, le será difícil ganar las elecciones generales.
Y el asunto seguía porque en uno de los tantos grupos de wasaps en el que estoy agregado, una dama muy inteligente y preparada, me envainó porque dije que no criticaran tanto a Martín Torrijos, que ni siquiera era candidato y no vaya a ser que tal y como van las acciones, al final, esos mismos criticones, después, le estuvieran sobando el hombro al hijo de Omar, porque objetivamente, este les resultaría la única tabla de salvación a más de cuatro, que como rémoras, siempre han vivido a la sombra de la pansa del gran tiburón estatal.
Por allí escribían en otro grupo que lo ocurrido el pasado domingo 9 de julio con los resultados en las primarias del Partido Cambio Democrático, venía a ser una especie de acción aleccionadora contra las prácticas clientelistas y corruptas del modo de hacer política, sobre todo, de los grupos contrarios a Rómulo y que éste, era una especie de adalid del decoro y reivindicador de la honestidad electoral. Me pueden decir cuál de los bandos en pugna no dio plata para inclinar votos a su favor. Pero, repito, ese no es el problema, al menos de fondo. Todo es consecuencia.
Panameño, ponte duro, aprendamos a observar y descubrir las señales ocultas. Esas que los políticos tradicionales no dicen porque aunque sabiéndolas, no se atreven a denunciarlas. Al final la interrogante que surge es sobre cuál es el principio de todos los males. Concluimos en que el eje del mal está en el modelo de Estado que nos impusieron hace más de tres décadas y que muy pocos se atreven a criticarlo, justo después de la invasión militar norteamericana contra Panamá en 1989.
Ese modelo avala la corrupción, porque la hace permisiva, no infiere certeza de castigo; la práctica política es clientelar y se promueve como una forma buena y natural; a eso se ha llegado, así es y así tiene que continuar, porque de esa manera, como dijo un magistrado, hay que tener mucha plata para poder participar en una campaña electoral. ¿El asunto se torna políticamente clasista? Al menos lo es desde el punto de vista de la posición asumida. Además, dónde quedan los candidatos de la narcopolítica, que dicen y se sienten representantes de las clases oprimidas. Acaso no los hay.
Y es que en el mundo, al menos ese que nos influye y nos impone ese modelo, porque esa es su naturaleza y forma de saquearnos y manipularnos, no le interesa en realidad quien sea el presidente, de que partido o agrupación política. Solo ha de interesarle que responda a los intereses del estatus impuesto de ese modelo transnacionalizador que ahora, además, está imponiendo esa renovada agenda que incluye la propagación LGTB en total detrimento de los valores sociales cristianos, de la familia y contra el criterio de los géneros masculino y femenino en el que se trata de liquidar sobre todo, a la masculinidad.
Ojo con todo esto, porque si un mandatario no cumple con estos designios, estos cuecos lo tumban. Requerimos, por tanto, sea quien sea, un candidato valiente que se atreva a enfrentar ese diabólico y nefasto modelo económico neoliberal. El verdadero problema es el poder invisible supra nacional que mantiene tentáculos en cada país y que en Panamá está asegurado a través de los grupos oligopólicos que mantienen el control financiero principalmente bancario y de los restantes pilares que sostiene la poderosa estructura económica a la que se le debe añadir, ahora, la minería. Este es el verdadero problema de fondo, el verdadero poder tras el poder formal del Estado que impone lo que cualquier presidente debe hacer.
Retomo y digo que Martinelli no es el problema a pesar de los desacertados e incongruentes errores que se cometieron en su periodo. Para estos grupos del poder económico el peor y principal error de esa administración no fue si robó y fue el supuesto más corrupto; de hecho, este poder escondido detrás de montañas de dinero, tiene candidatos previstos para los efectos de sus aquiescencias y apetencias fijadas a partir de los multimillonarios presupuestos estatales. Por tanto, la equivocación del Loco, aun siendo un millonario, estuvo en que no se sometió y por el contrario enfrentó a dicho poder económico, tratando incluso de que pagaran impuestos.
Aun no logro comprender del todo, porque Martinelli mantuvo ese comportamiento con respecto a quienes vistos a simple vista, son o al menos entonces, eran de su propio grupo. Ese chichón sigue creciendo, cuando por un lado están a punto de deshacerse del Loco, pero además, ahora ese poder económico acaba de sacar a la pista de carreras a otro de sus caballos, por cierto muy vinculado a la actividad minera. Cero y ya tienen dos.
Puedo concluir en que para ese poder económico financiero especulativo se trata es de quien va a administrar en el próximo quinquenio alrededor de 150 mil millones de balboas del presupuesto nacional. Lo cierto es que para ellos, Martinelli no lo es, para mí, por otras razones, tampoco. Entonces, quien y para quien. Por ejemplo, veo y escucho como excelentes, las propuestas de la Profesora Maribel Gordón, pero este poder económico también la lleva ojo a visor, no tanto por su tendencia ideológica o política, sino porque no la observan en el escenario de los posibles ganadores.
También, quedan algunos independientes que ya no lo son tanto, que tendrán que unirse y finalmente Martín Torrijos, que hizo un buen gobierno, buenas megas obras como la Cinta Costera, el ensanche de la Panamericana, la autopista Madden-Colón, prácticamente se hizo un nuevo Canal y aunque difiero con muchos, también está el tema de la Ley 51 de la Caja. Torrijos viene sosteniendo un discurso equilibrado de recomposición y cambios políticos y de la administración del Estado que la gente está interpretando positivo para el país. Así veo las cosas!!!
El autor es periodista, analista y escritor
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