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Los altos precios de las medicinas en el sector privado y el desabastecimiento en la CSS.|              


Por: Ramiro Guerra Morales. Abogado y Cientista Político.        

En la década de los noventas del siglo pasado, cuando se debatió la privatización de las empresas del estado, el economista José Eulogio Torres, sostenía que, en un mercado pequeño como lo es el caso de nuestro país, no resultaba cierto, que la competencia entre los diversos agentes económicos, tenderían a una oferta de productos y servicios más asequible a los consumidores. Igualmente, que los entes institucionales regulatorios para frenar prácticas antimonopólicas, no tendrían eficacia alguna. La realidad hoy ha dado razón al Dr. Torres.

Nuestra economía, su desenvolvimiento, se sustenta en sectores económicos que operan como oligopolios; no existe competencia, lo que se traduce en sobreprecios y su complemento la especulación.  No existe ente regulador que frene esta situación. Lo anterior impacta en los precios de medicamentos, servicios de energía eléctrica y alimentos.

En un modelo de economía neoliberalizada, los entes reguladores, son ineficaces. No juegan una función reguladora de equilibrio de los precios y en vez de ello, se sobrepone la voluntad de los oligopolios económicos, en perjuicios de los consumidores.

Los mismos argumentos que se esbozan contra los salvajes precios de los medicamentos, son los mismos que se pueden usar con otros servicios y productos que se ofertan en el mercado. Lo que ocurre es que, en el caso de las medicinas, la situación es de alta sensibilidad humana.

Lo contradictorio de la situación descrita y que nos llama la atención, que ese exacerbado ambiente de desregulación, dista de lo que señala la Constitución nacional, que permite al estado, intervenir mediante reglamentos creado por la ley, intervenir en los precios de productos y servicios esenciales, de tal suerte que sean accesible a los consumidores; lo mismo que intervenir en la economía, de tal suerte que, los beneficios y utilidades que se generan, obren con un  sentido de mayor reparto social.

Lo anterior, coloca el debate en otro escenario: ¿a quién o a quienes sirven el Estado?

En otro artículo, escribiré, cómo los ingresos que recibe el estado y el alto endeudamiento, se traducen en una menor carga tributaria para los grupos de mayor poder económico, lo mismo que, subsidios millonarios de productos básicos que se transfieren al sector privado.

Los grandes perdedores en la crisis, los trabajadores.

Por otra parte, no se trata de nada personal. Pero la realidad del seguro social, viene dando cuenta de una administración, que revela serios desgastes, que se traduce en considerables perjuicios graves para los usuarios de la institución.

La junta Directiva debe tomar carta en este asunto, de tal manera que el ejecutivo, de una terna que le remita dicha junta, escoja un nuevo director, antes de que sea demasiado tarde.

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