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La Educación: El camino para garantizar la Libertad

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Conforme al principio Bíblico que reza: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” estamos convencidos que en una sociedad con amplios conocimientos es la única que puede garantizar el ejercicio de la libertad. La ignorancia, se sabe, es la madre de toda esclavitud.

Desde hace mucho tiempo, 43 años para ser exactos, en un día como hoy se desmanteló el proyecto educativo, llamado Reforma Educativa, y por tanto en Panamá no tenemos un sistema educativo competitivo muy a pesar de una alta asignación presupuestaria. Los panameños requerimos de un sistema educativo que afinque y fortalezca valores y principios esenciales sin los cuales podemos lograr crecimiento económico material, pero sin ética, ni sentido de solidaridad entre nuestros compatriotas.

Aquel movimiento destruyó la Reforma Educativa, pero a cambio y desde entonces no propuso algo mejor que lo sustituyera. Las fuerzas de politiqueros tradicionales, se escudaron tras la faldas del movimiento magisterial de entonces y la envidia de los logros de Omar Torrijos, los concitó a destruir una auténtica revolución educativa que enseñaba a ser críticos, pero ellos hicieron una fuerte campaña anticomunista y confundieron a muchos pero en sus planes estaba lograr una juventud que no advirtiera sus planes de depredar a la nación y de apropiarse de su patrimonio.

Necesitamos producir un panameño con un alto nivel de conocimientos técnicos científicos pero aparejado de valores y un alto sentido de solidaridad y dignidad humana que lo capaciten para enfrentar resuelta y victoriosamente a todo atisbo de corrupción, que se presenta aterciopelada y seductora en extremo.

Requerimos de una revolución educativa y para ello es necesario empezar con cambiar las infraestructuras para que sean propicias para el estudio y tales instalaciones se les debe dar el uso más eficaz y útil posible. En lo concerniente a la supraestructura educativa, es decir, a los programas y planes, los mismos deben dar como resultado a un panameño íntegro, empoderar a la juventud para que acometa sus sueños y pueda realizarlos plenamente, con la Gracia de Dios.

Debemos privilegiar la producción de libros nacionales y rescatar y modernizar las bibliotecas, que hoy son guaridas de murciélagos y alimañas o simplemente desde el Ministerio de educación se dedican a quemar los libros o a botarlos en Cerro Patacón. Debemos, además, generar un programa nacional de asistencia educativa a todos aquellos que se quedaron relegados en el camino del proceso enseñanza aprendizaje.

Desde hace mucho tiempo en Panamá, en la Educación, lo constante es la inconstancia, la incoherencia, el remiendo, los parches y la inestabilidad.

Son muchos los chanchullos y casos en que empresas constructoras de escuelas cobraron los montos sin terminar o hacer las obras. Allí está todavía después dde casi 10 años, la escuela de Soná, Miguel Alba, que la derribaron y hoy continúa sus estudiantes en la diáspora de casa en casa donde constituyeron desde entonces en aulas escolares. Las construcciones de escuelas en la Comarca Ngäbe, son un verdadero escándalo.

Continúa la improvisación, las escuelas ranchos, los maestros y profesores cobrando muchos meses después de haber sido contratados, también la corrupción rampante y pareciera que la ineptitud ha hecho gala de un modo tan perverso en la educación pública, mientras que en la educación privada, tanto escuelas, colegios como universidades han aumentado considerablemente sus matrículas, y han aumentado los costos de este floreciente negocio y los jóvenes reciben una mejor instrucción, elemento que termina por configurar una amplia división en nuestra sociedad, en forma casi deliberada y cruel, liquidando los más elementales principios de igualdad, justicia y equidad, para los cientos de miles de jóvenes panameños que asisten a la escuela pública, manejada en forma absolutamente irresponsable y negligente.

La clase política tradicional y sus partidos políticos, son los principales responsables que el carro de la historia se haya detenido, e incluso retrocedido de una manera despiadada.

Después de la familia, el desafío por rescatar la educación nacional, se convierte en el segundo reto más importante que debemos encarar los panameños en los próximos años, teniendo en cuenta que, no podemos seguir por el camino del homicidio de nuestras esperanzas y que nuestra juventud muera aletargada y presa en el laberinto de no poder encontrar una salida honrosa en donde pueda empujar el carro de su propia realización plena y desarrollo y, el ejercicio del derecho a construir, con la ayuda de Dios, su propio y portentoso destino.

¡Por un país decente y una patria para todos!

¡Así de sencilla es la cosa!

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