Victoriano Rodríguez Santos
Generalmente vemos a mandatarios hablar con fortaleza, dignidad, entereza, capacidad y enfoque. Otras veces, como el jueves 12 de junio, vimos al presidente José Raúl Mulino «cabreado», (hablando en un chiricano castizo).
Con mucha molestia, disgusto y fortaleza, en su expresión, pero sin agresión ni amenazas contra quienes avasallan a nuestra nación intimidando con una posible invasión, como lo hace y trata a nuestra población (trabajadores, educadores, aborígenes y estudiantes) en la huelga nacional.
En su expresión se vislumbró dolor. Como cuando alguien se te adelanta, delata, humilla o pone al descubierto. En buen interiorano, decimos: para sacarte el clavo.
Aun desconocemos qué firmó su “lugarteniente” en el convenio o tratado, perdón, el memorando de entendimiento y que quizás hubiera legalizado alguna acción (inconstitucional), obligación a ejecutar en Panamá alguna instrucción gringa, que nuestro País tenía que acatar como idea propia, cuando es un mandato de USA.
Debe doler que un socio mayoritario se adelante a decir lo que el socio minoritarios no ha hecho o no se ha atrevido a decir o hacer, peor, si existe un pacto al respecto. Pacto que desconocemos los panameños.
Lo cierto es que en la cancha quedan muchos jugadores (miles), por parte de la población y deberían ser menos quienes uniformados y por instrucciones tienen que reprimir a una población pacífica, sería, honrada y que defiende su Patria. Valga mencionar que, en las calles de las áreas rojas y no tan rojas, los robos, violaciones y asesinatos se aumentan por falta de seguridad policial.
Se dice que pudiera haber policías (extranjeros) infiltrados reprimiendo y por eso la agresión, sin piedad a nuestra población, especialmente la aborigen. Roguemos a Dios que no sea cierto. Sería ponerle la cereza al pastel. Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, master en Recursos Humanos
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