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Incoherencia.|


Por: José Dídimo Escobar Samaniego.

Loable es que, pretendamos a través de nuestra política exterior, apuntalar que los países se comprometan con la neutralidad del Canal y también del país, porque en nada nos conviene ser parte de bloques que se contraponen por intereses geopolíticos distintos, porque al fin y al cabo nos interesa que usen indistintamente el Canal, tal como lo establece nuestra Constitución política en su artículo 315 dice categóricamente: “El Canal de Panamá constituye un patrimonio inalienable de la Nación panameña; permanecerá abierto al tránsito pacifico e ininterrumpido de las naves de todas las naciones y su uso estará sujeto a los requisitos y condiciones que establezcan esta Constitución, la Ley y su Administración.

Sin embargo, contrario a ese propósito, en la tarde del día de hoy, Panamá por intermedio de la señora canciller, que no es ciudadana panameña, porque su ciudadanía no ha sido restablecida conforme al numeral 10 del artículo 161 de nuestra constitución, por lo que es nulo su nombramiento por falta de capacidad jurídica, de acuerdo artículo 316 constitucional que taxativamente dice: “Los Ministros de Estado deben ser panameños por nacimiento, haber cumplido veinticinco años de edad y no haber sido condenados por delito doloso con pena privativa de la libertad de cinco años o más, mediante sentencia ejecutoriada, proferida por un tribunal de justicia”.

Es el caso que nuestra canciller adoptó la nacionalidad norteamericana, y esto es lo que nuestra constitución política tiene previsto para estos casos: “ARTICULO 13. La nacionalidad panameña de origen o adquirida por el nacimiento no se pierde, pero la renuncia expresa o tácita de ella suspenderá la ciudadanía.
La nacionalidad panameña derivada o adquirida por la naturalización se perderá por las mismas causas.
La renuncia expresa de la nacionalidad se produce cuando la persona manifiesta por escrito al Ejecutivo su voluntad de abandonarla; y la tácita, cuando se adquiere otra nacionalidad o cuando se entra al servicio de un Estado enemigo”.

Se sobreentiende que, nadie que no tenga la ciudadanía, que no la nacionalidad, tiene la capacidad jurídica para ejercer como ministro de cualquier ramo, pero en este caso, abiertamente confrontar el texto constitucional respecto de echar a un lado nuestra neutralidad y abiertamente conformar un bloque que, entre a ser beligerante contra un u otros estados que puedan ser parte de un conflicto, no solo no se corresponde con nuestro interés nacional, sino que ligereza extrema, expone al país, a consecuencias, incluso a ubicarnos por nuestras propias manos como un objetivo estratégico de represalia, porque olvidamos cuidar nuestro interés nacional para satisfacer los intereses hegemónicos de control geopolítico de otros estados a los que parece responder nuestras relaciones internacionales y queda de manifiesto que nuestra patria no es bien servida.

Incluso el presidente de la república, en la tarde de hoy, ha externado una desdichada declaración que, nos alinea con ese bloque que promovió la reunión de cancilleres en Panamá, en esta fecha, en lo que viene a ser una desafortunada e irracional posición que, expone nuestra seguridad nacional y la del Canal en la que en un eventual recrudecimiento del conflicto que, hasta el Papa Francisco ha dicho con mucho tino en el día de hoy que “El papa Francisco cree que la expansión de la OTAN hacia el este pudo haber llevado a Rusia a lanzar su operación militar especial en Ucrania.

Quizá los «ladridos de la OTAN a la puerta de Rusia» provocaron que el presidente ruso, Vladímir Putin, optara por tomar esa decisión, afirmó el sumo pontífice en diálogo con el diario italiano Corriere della Sera, en lo que constituye una posición centrada, que hoy requiere Panamá y que debimos emular.

Si con esa misma diligencia de la cancillería y el gobierno nacional hubieran defendido a Panamá para sacarnos de las listas negras o grises, en la que nos han incorporado los que hoy hemos respaldado, hace mucho tiempo Panamá no cargaría esos tristes fardos en que han atacado el buen nombre de la república y la salud de nuestro Centro financiero Internacional, víctima desde Europa y Estados Unidos de ataques maliciosos, infundados e injustificados con el único propósito de anularnos como competencia y liquidarnos los beneficios que deriva el país de esa actividad.

Hoy, se ha disminuido nuestra política exterior, se ha ensombrecido y cada día perdemos el rumbo de la dignidad nacional porque un sector ha matriculado nuestra expresión internacional con la genuflexión, con la complacencia de intereses de otros y abandonamos descuida y deliberadamente el sagrado interés d ellos panameños que tiene que ver con el ejercicio de nuestra neutralidad y no meternos a pelear guerras ajenas en la que en todo caso deberíamos ser amigables componedores y no suplidores de gasolina para incrementar el fuego, que podría hasta extinguirnos.

Está más que claro que nunca que, nuestro interés nacional tiene que ver con un mundo en paz, que recupera la confianza, que intercambia, comercia y que Panamá puede servir desde toda la plataforma de servicios y logística que hemos desarrollado y por tanto nuestro esfuerzo debe estar centrado en procurar la paz y bajo ninguna circunstancia debemos apuntalar la guerra, porque ella representa el fracaso de la civilización y su exterminio como epitafio.

¡Así de sencilla es la cosa!

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