ElGobierno de Netanyahu, su ejército, ha afirmado que, el ataque contra un campo de refugiados de palestinos, eliminó a uno de los comandantes de Hamás, y para lograr ese objetivo, todavía no confirmado, bombardearon deliberadamente y con frialdad el lugar en Jabalia. Como resultado la vida de centenares de personas entre muertos y heridos, todos civiles desarmados que estaban en ese lugar porque sus casas fueron destruidas por el ejercito israelí, y aunque sin agua, alimentos, ni electricidad, cortadas por Israel, presumían que, se respetarían las reglas internacionales del derecho de la guerra y que sus vidas estaban a salvo, sobre todo la de los niños.
Este acto salvaje e impresentable, a luz de los ojos de nuestra civilización cristiana, convierte lo que pretende ser una victoria militar en una gran derrota política que, aísla a los autores de semejante crimen que, en nada se diferencia de los peores actos de terrorismo.
El mismo derecho que tiene Israel a existir como estado, lo tiene Palestina, y eso se resolvió así hace 75 años y desde entonces no ha habido la voluntad para resolver la causa principal de este conflicto, conforme a la resolución de Naciones Unidas de 1947 y que Panamá suscribió.
De hecho, en nuestro país, conviven hebreos y palestinos y lo hacen en paz y respetando las normas del país que les admira por su entereza y esfuerzo.
Que la misericordia y la Gracia de nuestro Señor, tome control de esta guerra que amenaza con extenderse e imponer actos brutales, como los que acaban de ocurrir que, nos hace inmerecedores de llamarnos civilización.