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Entre lo deseable y lo posible; a propósito de la coyuntura.      

Por Ramiro Guerra M.        Abogado y cientista político.                

La hegemonía de los grupos de poder económico. Sobre todo, de los sector comercial y financiero. En una relación de uno a diez, controlan 9. Su poder trasciende a lo que haga o deje de hacer el estado y el gobierno.

Tenemos una economía donde algunos sectores operan como oligopolios y en actividades estratégicas como alimentos, medicinas y servicios de energía eléctrica. Precisamente, junto con los sectores financieros son los que mayor acumulan y generan precariedad. En la crisis de la pandemia, no les fue mal y no le está yendo mal, sino todo lo contrario. Estos sectores, a pesar de que acumulan a gran escala, poco es lo que transfieren al sector primario de la economía.

El sistema económico es un retrato y hechura de esa hegemonía que trasciende al estado. Ellos controlan casi todos los medios de comunicación y mediación social. Vamos más lejos, son los principales donantes en campañas electorales. Apuestan a todos.

En una sociedad donde prevalece esa hegemonía, el concepto de autonomía relativa del estado y de voluntad política, sufren el síndrome de la mediación perversa. El principal perdedor de esta correlación de fuerza, los trabajadores y el pueblo en general. Pedirle al gobierno que propicie un ambiente de equilibrio social en una realidad como la descrita, es como pedirle a un árbol de naranja que de peras. El control y dominio de esa hegemonía es muy fuerte. Cambiar esa correlación demanda de un gran poder de masas y movilización.   De propósitos claros y unidad férrea del pueblo.

No se trata solo de congelar el precio del combustible y algunos alimentos. Si no, de ir al fondo, a la raíz del problema. Necesitamos un estado que promueva un equilibrio social y el cambio del modelo económico, que naturalmente, induce a generar desigualdades. Lo anterior no significa dejar la lucha por rebaja de la canasta básica alimentaria y otros rublos como las medicinas. Pero tengamos claros, estas reivindicaciones llevan implícitas la lucha contra los oligopolios. Lo mismo cuando se plantea el tema de una política tributaria progresiva; indirectamente se tocan los intereses de estos grupos de poder hegemónico.

La jornada de lucha popular a la cual asistimos hoy, representa un salto cualitativo en dirección a mejorar la correlación de fuerza del pueblo. Y los logros que se consigan, son importantes. Pero ojo, el campo de maniobra de los grupos de poder y un estado que hacen suyo, es bastante amplio.

Todavía hay camino por andar. De seguro que los balances, arrojaran lecciones de lo que no se debió hacer o se pudo hacer mejor.

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