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El cambio impostergable que los Estados deben reclamar al neoliberalismo.|

Por: Dr. José Rigoberto Acevedo C.

Adam Smith, desarrolló la teoría económica de economía de libre mercado, en la cual el Estado debe tener una mínima intervención. Su teoría económica parte de la premisa que los desajustes económicos propios del mercado se corrigen así mismos, mediante la mano invisible que ha de iluminar y señalar el camino a los agentes económicos de capital, indicándoles la necesidad de hacer ajustes para evitar el estanco o colapso económico en primer lugar y las desigualdades sociales, en segundo lugar.

Con la creación del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, La Organización Mundial del Comercio, la O.C.D.E, las empresas calificadoras de riesgos y de otras agencias de regulación económica y financiera, precisamente bajo intereses y políticas económicas de quienes poseen la riqueza mundial, el modelo liberal debió dar un paso positivo, al menos se esperaba, hacia una política económica más justa y equitativa, denomina como neoliberalismo porque la economía se planifica por estos poderes y se imponen a nuestros Estados estándares o modelos de desarrollo muchas veces distanciados de nuestras realidades sociales.

En la camino hemos encontrado que esas imposiciones no se corresponden con la realidad, ni siquiera son una utopía cercana al esperado desarrollo, ya que lo que persiste es una flagrante explotación de las economías de los países en desarrollo, hecho que ha expandido los índices de pobreza o la ha mantenido en el mejor de los casos.

El neoliberalismo se caracteriza por aquella planificación en apariencia justa, que establecen estos entes reguladores de la economía mundial, imponiendo modelos de desarrollo a los países en vía de desarrollo. Lo hacen a través de condiciones en los préstamos y ayudas económicas mínimas que escasamente realizan.

En honor a la verdad, mucho de esa imposición, tiene dos fuentes de origen. La corrupción de los gobernantes que desvían esos fondos hacia ellos con una multiplicidad de conductas impidiendo el desarrollo económico y la otra radica en los intereses de las grandes potencias económicas en explotar los recursos de nuestros países, a través de las grandes multinacionales, en arreglos, acuerdos, tratados, convenios, etc., que son ilusiones económicas para un desarrollo imposible, toda vez que, si vendemos una tonelada de cobre en bruto por ejemplo a 1,000$, luego para nuestro consumo pagamos un kilo al mismo precio de la tonelada previamente vendida y así, ocurre con todo lo que se produce en nuestros países, vendemos a bajo costo y pagamos muy alto el producto terminado. Aquí los Estados perfectamente deben exigir la compensación justa, lo que no se logra debido a la ausencia de exigencias multinacionales o internacionales. Los Estados deben consolidar un bloque para pedir lo siguiente:

1. Una disminución importante de la deuda externa, más una prórroga en su pago de cinco años para que los Estados tengan recursos tangibles de inversión.
2. Los préstamos a futuro deben ser con el mínimo interés.
3. Las empresas trasnacionales deben permitir un porcentaje de acciones a los trabajadores.
4. Exigir a las empresas calificadoras de riesgos que modifiquen sus procedimientos, escuchando antes de su dictamen a los ministros de economía de los Estados o demandarlas civilmente por sus afectaciones económicas cuando rebajan la calificación con información inexacta.
5. Establecer políticas comunes y en bloque, de retorsión cuando alguno de estos sea incluido en alguna lista que afecte su desarrollo económico previo una evaluación de la justificación o no de dicha inclusión.

Nos unimos o nos hundimos, esa es la alternativa. Los reguladores internacionales cambian voluntariamente sus políticas o las incumplimos para hacerlos entender que su intervencionismo endeudador sin una veeduría internacional de inversión o disposición de los financiamientos, nos mantienen en semi esclavitud perenne. Decía Sartre que el poder es el inicio del mal. Bueno hagamos del mal un poder más flexible y justo.

Si los entes financieros internacionales y los reguladores del comercio, no están enterados que la pandemia del Covid ha impactado negativamente nuestras economías y pretenden continuar aplicando las políticas establecidas para tiempos normales, todos perdemos, lo que viene es la anarquía. Ya en muchos de nuestros países latinoamericanos se han dado estallidos sociales y pueden incrementarse. Tampoco la solución es el cambio ideológico a la izquierda, China y Rusia, para avanzar sus economías, dejaron la ideología bolchevique y abrieron sus normativas y políticas hacia la competitividad internacional, por ello han logrado un importantísimo desarrollo social y reducido la pobreza. La solución está en el proceso de hacer más justo la explotación de nuestros recursos, flexibilizar las exigencias de cobro y políticas de préstamos, y actuar en bloque de países para hacernos sentir y exigir cambios.

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