El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Gonzalo Delgado Quintero
Del conflicto Rusia-Ucrania hay muchas aristas. Por un lado, cierto es, que se debe tomar en cuenta la soberanía y autodeterminación de Ucrania. Ese es un primer punto importante. Sin embargo, también es verdad el reclamo y las denuncias de Rusia en torno a su seguridad nacional ante las acciones injerencistas evidentes de parte de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) con Estados Unidos (EU) a la cabeza de ir copando y ampliando los espacios estratégicos de Europa del Este como lo viene haciendo desde los primeros años de la década de 90.
En esa expansión imperialista ha ayudado el gobierno Ucraniano y más que cumplir lo acordado desde la desintegración del Pacto de Varsovia, la OTAN y EU, han venido incorporando desde entonces a los países que antes fueron aliados y miembros de la también desintegrada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Pero no solo ha sido la amenaza a su seguridad nacional desde entonces. Sino que Rusia ha tenido que observar a ciencia y paciencia las acciones de exterminio por parte del gobierno Ucraniano contra poblaciones mayoritariamente rusas dentro de Ucrania. Estas acciones fascistas dirigidas por Volodimir Zelenski, que violan los acuerdos de Minsk de 2014, el incumplimiento de la OTAN de no expandirse en Europa del Este, la movilización de tropas y armamentos son parte de las estrategias de EU y la OTAN que con precisión vienen aplicando en el desarrollo de sus planes guerreristas que han llevado al conflicto entre Ucrania y Rusia.
En las negociaciones recientes, meses atrás, Rusia insistía sobre las garantías de seguridad. Una de las propuestas de dichas conversaciones es que Estados Unidos, la OTAN y Rusia no desplegaran fuerzas militares en Ucrania. Sin embargo, nada de los puntos tratados fueron tomados en cuenta. La OTAN y EU, impulsaron una campaña mediática acompañada de la venta de armas a Ucrania, la movilización de tropas estadounidenses en Polonia y Rumania que tienen fronteras con el territorio ucraniano, lo que alertó a Rusia que también dirigió a un gran contingente hacia las fronteras ucranianas.
Tal circunstancia llevó a interpretar por parte de los rusos que Ucrania armada y adherida a la OTAN, de inmediato consideraría atacar a Rusia, sobre todo, objetivos importantes como Crimea que llevaría, a lo que de todas maneras desataría un conflicto, ya no entre Rusia y Ucrania, como se está viviendo, sino que se enfrentaría a una amenaza peor con un posible enfrentamiento entre Rusia y sus aliados contra la OTAN encabezada por EU. Simplemente Rusia se adelantó un paso, ante lo que le resultaba evidente debido a las acciones acometidas por la OTAN-EU en contubernio con el gobierno ucraniano.
Además de Ucrania, la OTAN también tiene en la mira la admisión de Georgia y como ya lo han señalado muchos analistas, lo cierto es que en este momento la estrategia mundial de descrédito contra Rusia se ha venido cumpliendo al pie de la letra, tal y como el guión lo indica. Le endilgan a Rusia todos los problemas que Estados Unidos y sus aliados provocan y están aupando, una campaña que incluso, ya es abierta y descarada.
El aparato mediático es impresionante. Joseph Goebbels se sentiría orgulloso de sus tantos seguidores y de lo efectivo de su método que viene siendo aplicado milimétricamente. Las agencias de noticias y medios de comunicación se han convertido en verdaderos aparatos de propaganda al buen decir de Noam Chomsky.
Esa circunstancia lleva a la disyuntiva de que solo es posible dar una respuesta tan grande, contundente y comparable a este emporio militar OTAN-USA, con una fuerza igual o mayor y Rusia es la única potencia que está a ese nivel. En tanto, el mundo está expectante, con un 95 por ciento de la población que está manipulada e ignorante de lo que realmente ocurre o está sometida sin siquiera saberlo a la campaña de propaganda contra Rusia, el otro cuatro por ciento de la población está desarrollando y llevando a cabo los planes que emanan de la instrucción del uno por ciento restante de los únicos que se benefician con el derramamiento de sangre apocalíptico que apenas ha iniciado.
Estos mercaderes de la muerte, son los mismos del Club Bilderberg, el Club de los 300 y las nueve familias más poderosas e influyentes del planeta que están imponiendo su agenda en el camino de su visión de un nuevo orden mundial a partir del exterminio masivo de gran parte de la población humana. Ya lo habían iniciado con la pandemia de la Covid-19. Con sus dos objetivos que se siguen cumpliendo. Ha muerto una caterva de viejos y enfermos e hicieron su francachela con el multimillonario negocio de las vacunas e insumos. Ahora le corresponde hacer negocio a la industria armamentista, para lo cual había que crear una guerra. Esto lo provocaron y ya inició con el conflicto entre Rusia y Ucrania.
En conclusión, pende de un hilo lo que pudo haberse acordado y por el contrario, pareciese que la sin razón se está imponiendo porque el despliegue de miles de tropas y armamento de EU y la OTAN en Polonia y Rumania definitivamente tienden a romper las negociaciones. Agréguese el sentimiento de envalentonamiento reflejado en el reciente discurso triunfalista del Presidente Joe Biden y el resto de gobernantes y los militares. Es la tormenta perfecta, todo se enrumba en dirección de un resultado destructivo impensable que no solo complica la situación ucraniana, sino que sabotea por completo el proceso inicial sobre las garantías de seguridad que solicita Vladimir Putin y nos acerca a una posible tercera guerra mundial. ¿Qué se impondrá: la testarudez o la razón? Si amanece y nos vemos las caras, se impuso la razón. A ello apostamos.
El autor es periodista, analista y escritor
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