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Nuestra Política Exterior: Como arriera sin pestaña.|


Por: José Dídimo Escobar Samaniego

Cualquier persona, en cualquier parte del mundo, tiene derecho a tener su propia opinión sobre cualquier tema de interés personal, nacional o internacional. Sin embargo, cuando esa persona es funcionario público y representa al país, sus caprichos, querencias y apetencias, deben dejarle espacio al interés nacional, aún cuando se tuvieran elevados e ilustrados criterios de orden personal.

En estos últimos días, nuestra política exterior ha sido manejada con suma ligereza y descuidando exuberantemente, nuestro interés nacional que, debe ser el rector en todo nuestro andar institucional como Estado Soberano. Le hemos dado lugar a que otros intereses, que no los nuestros, se hagan cargo de nuestra política exterior, poniendo en serio riesgo al país, convirtiendo de manera inverosímil a Panamá y su Canal en objetivo militar estratégico de represalia.

En el actual conflicto que se libra entre Rusia, Ucrania, los países de la OTAN y Estados Unidos de Norteamérica, hemos adoptado posiciones de apoyar a una de las partes en conflicto, por solicitud de quien dirige la orquesta de ese lado, cuando la nuestra Constitución Política en su artículo 315 establece que “El Canal de Panamá constituye un patrimonio inalienable de la Nación panameña; permanecerá abierto al tránsito pacífico e ininterrumpido de las naves de todas las naciones y su uso estará sujeto a los requisitos y condiciones que establezcan esta Constitución, la Ley y su Administración”.

Es nuestro interés que, el Canal de Panamá, esté abierto al tránsito mundial en tiempo de paz y también de guerra, si dolorosamente la hubiere y, sin miramiento a quien pase por el Canal y sin permitir que, en nuestro escenario se libren acciones para resolver sus diferencias. Por el contrario, en el desarrollo de nuestro interés, nos mueve el procurar un mundo en paz, en donde el intercambio comercial pueda prosperar sin obstáculo alguno, porque es de nuestro mayor beneficio. Eso es ser consecuente con nuestro interés nacional. Dejarnos arrastrar por complacer a una de las partes, es dejar en la orfandad a nuestro interés nacional legítimo.

La cancillería panameña en su último comunicado ha salido en defensa de Ucrania, exponiendo a Panamá de manera peligrosa. Además, nuestra delegada en Naciones Unidas, como si estuviera declamando la poesía patria, se entusiasmó tanto que, pensábamos que alzaría no la bandera nacional, sino la de Ucrania. Todo esto pasa, cuando quienes están al frente de nuestra política exterior son; bisoños, no conocen la historia del país, ni responden a nuestro interés nacional.

No comprendo que, la representante permanente de Panamá ante la ONU, se rasgara las vestiduras por Ucrania, por hechos del conflicto en el que está inmersa y que no nos alegra, pero olvida que, en Panamá, después de treinta y dos años de la Invasión criminal y cruel que Estados Unidos le dispensó a nuestra Nación el 20 de diciembre de 1989, todavía ni siquiera se haya refrendado la Ley que tímidamente reconoce el 20 de diciembre como día de duelo nacional. Convendría mirar la viga en nuestro ojo, antes de mirar la brusca en el ojo ajeno.

El caso de la actual ministra de Relaciones Exteriores, Erika Mouynes, quien desde hace un año y tres meses ocupó intempestivamente, el puesto de Canciller, y es que, ella adquirió la nacionalidad norteamericana y ello conlleva a la pérdida de la ciudadanía panameña, por lo cual, para rehabilitarse sus derechos políticos, incluyendo el de ser parte del registro electoral nacional, ser parte de un partido político y otros derechos, como ser electa, debe proceder a pasar el tamiz del procedimiento determinado en el numeral 10 del artículo 161 de la Constitución Política de la República, que en desarrollo de la Función Administrativa de la Asamblea Nacional, establece que una de las principales funciones es: “Rehabilitar a los que hayan perdido derechos inherentes a la ciudadanía.” Y hasta donde averiguamos, la citada ministra, que nos compromete en la delicada política internacional actual, no consta que tal procedimiento se haya realizado en la Asamblea Nacional, porque la Nacionalidad por nacimiento no se pierde, pero sí los derechos políticos, en forma automática y deben ser restablecidos conforme el presente procedimiento constitucional a través de una resolución del Pleno de la Asamblea Nacional.

Este hecho reviste la mayor importancia porque la política exterior panameña, no sólo es nuestra imagen internacional, sino que, además, nuestros intereses económicos dependen en gran medida del manejo de nuestra política exterior ajustada a nuestro interés nacional legítimo.

Por otra parte, el Artículo 13 de nuestra Constitución Política señala que: “La nacionalidad panameña de origen o adquirida por el nacimiento no se pierde, pero la renuncia expresa o tácita de ella suspenderá la ciudadanía.
La nacionalidad panameña derivada o adquirida por la naturalización se perderá por las mismas causas.

La renuncia expresa de la nacionalidad se produce cuando la persona manifiesta por escrito al Ejecutivo su voluntad de abandonarla; y la tácita, cuando se adquiere otra nacionalidad o cuando se entra al servicio de un Estado enemigo. En el caso de la nacionalidad norteamericana, para adquirirla, requiere la renuncia expresa de la anterior y el juramento de lealtad exclusiva a la nacionalidad norteamericana.

Tan solo en el día de ayer, la canciller panameña se reunió con el secretario de Estado de EE.UU. Anthony John Blinken en Washington y dijo que: “Reforzamos nuestra agenda y conversamos sobre los diferentes temas en los que trabajamos en conjunto en la región”. Nos gustaría saber a los panameños, cuáles son esos temas en los que trabajamos en conjunto y si los mismos atienden y consultan nuestro interés nacional estratégico de mantener nuestro Canal neutral, tal como lo establece nuestra Constitución política.

En tales circunstancias, es dudosa la lealtad simultánea a dos países, Mateo 6, 24: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero”

Estos conflictos de intereses, deben ser esclarecidos, porque el interés nacional no puede ser servido a medias. Se trata, además, de un aspecto que no puede ser soslayado y que resalta en la necesaria transparencia y manifestación inequívoca de los elementales principios de ética del servicio público al más alto nivel.

¡Así de sencilla es la cosa!

La canciller panameña se reunió con el secretario de Estado de EE.UU.
Antony John Blinken en 
Washington

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