En Bocas del Toro, la oscuridad no solo fue la ausencia de luz y el bloqueo a todo tipo de comunicación, fue también la ausencia de humanidad, de respeto por la dignidad humana, el respeto por la libertad y el culto y obediencia ciega a la tiranía, lo que ha terminado por avergonzarnos a todos los panameños que creemos en una sociedad de iguales y en donde se respeten los derechos humanos.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Ordenaron una operación militar en toda regla para imponer un orden injusto y cruel.
Empezaron por convocar a través de la iglesia católica, su líder espiritual, Monseñor Ulloa que animado con servir de puente, y dada la gravedad de la crisis nacional que estamos viviendo, no dudó en transmitir al líder obrero el interés del gobierno de reunirse con él, luego de llegado a la ciudad capital, y habido realizado reuniones para tomar acuerdos, al gobierno no le importó jugar con el prestigio de la iglesia católica, su líder y mandó a arrestar al líder obrero en el desarrollo de su plan de enfrentamiento, gracias también a la ingenuidad del dirigente que creyó que estaba ante un gobierno creíble y honorable con el que se podía llegar a algún acuerdo.
Puesto preso el dirigente, ello fue como un balde de agua fría para todos los obreros que pudieron constatar la clase de gobierno que no cumple ningún acuerdo, es decir, sin palabra y cuyo propósito real y hasta ese momento encubierto, era aplastarlos, tal como lo ha prometido el presidente José Raúl Mulino en reiteradas ocasiones, porque se le salen por los poros, un inconfesable odio de clase, frente a los obreros y pueblos originarios del país.
Los trabajadores del Banano, son personas cuyos ingresos son hasta menos de 80 dólares por semana, porque la empresa bananera, aunque desarrolla un gran negocio internacional con la venta del codiciado banano panameño, los salarios se rigen como salarios de labor agrícola, es decir, a B/1.64 x 8 horas diarias es igual B/.13.12 diarios, lo que resulta en B/.78.78 semanal y al mes resulta un total B/. 341.12.
En este caso, según la Ley 462, las pensiones de estos trabajadores, si llegan a cotizar 40 años seguidos no llega a 150 balboas mensuales, por lo que todos los trabajadores agrícolas están en estas mismas circunstancias de una profunda injusticia, porque las contribuciones de miles de estos trabajadores están asignadas, una buena parte, a los otros programas de la CSS. Hay que agregar que estos trabajadores están sometidos al uso de agroquímicos prohibido en otras latitudes y condiciones de vida que, a los 50 años, es decir quince años antes de jubilarse ya son desechados por la misma compañía producto de la merma en sus capacidades producto esencialmente de los efectos de los agroquímicos. En las zonas bananeras hay una alta incidencia de enfermedades vinculadas a dolencias clínicas en los riñones y hasta cáncer de próstata de una manera inusual comparado con el resto del país, pero no existe en los hospitales del área ningún nefrólogo ni tampoco ningún urólogo u oncólogo.
Los cinco mil trabajadores bananeros, sacando al personal administrativo y capataces de campo que son de confianza de la empresa, el valor del conjunto de los salarios mensuales es de B/.1,705,600.00, sin embargo, en el sector portuario mientras tanto, laboran 2000 trabajadores, es decir, menos de la mitad de los trabajadores bananeros, pero sus ingresos representan tres millones de dólares mensuales, es decir, más de cuatro veces y media el salario mensual, lo cual representa una clara aberración que condena a la extrema pobreza a los panameños que viven de la actividad agrícola especialmente en Bocas del Toro, en donde el gobierno trata a la empresa con esplendides y señorío.
Lo de la actual represión en Bocas, nos hace recordar la situación vivida por los obreros de las bananeras en Puerto Armuelles, 1960. El gobierno de la época, presidido por Marcos Aurelio Robles, trasladó tropas de la guardia nacional (Los Pumas con base en Tocúmen) a Puerto Armuelles. La represión fue violenta. Perseguían a los huelguistas con rifles en mano. Como hoy, la complicidad con la compañía es evidente y notoria. Seguramente hay poderosos intereses que están detrás del negocio del banano y modos de trato a los trabajadores que creíamos superados, pero hay que advertir que ha regresado la oligarquía a hacer de las suyas y a exponer al vituperio y la humillación a los pobres irredentos de nuestra patria.
La prueba del fracaso del actual régimen
Declarar el estado de urgencia, es una admisión clara e inequívoca que, da cuenta de una franca y desastrosa derrota del gobierno de la oligarquía y Mulino.
El gobierno trata a los originarios en la actualidad con métodos de un sometimiento inauditos y moralmente inaceptables. Pretenden sustraerles la condición humana y su dignidad y acto seguido los someten a tratos crueles e indignos que ni los españoles colonialistas de hace más de doscientos años atrás, se atrevieron a tanto.
Todo este fin de semana han ocurrido hechos inenarrables en la provincia de Bocas del Toro en donde la fuerza pública ha abusado en demasía de las personas en Bocas del Toro, incluyendo a jóvenes, niños, mujeres y ancianos que han tenido que soportar toda suerte de violaciones a todas sus garantías constitucionales, en donde por ejemplo le destruyeron puertas y estructuras de sus hogares, colchones, trastes de cocina, le destruyeron comida, ropa y enseres a personas de las que según la policía eran presumiblemente sospechosos.
Cuando apresaban a las personas, las desnudaban sobre todo si eran mujeres, y aún sin camisa o suéter los llevaban en avión hacia David como prisioneros, desarraigando violentamente a los adolescentes de sus padres. Hay cientos de prisioneros, cientos de heridos, incluso graves, además del estudiante de Panagro, Arsenio Abrego asesinado por las fuerzas policiales que ahora se deslindan de su responsabilidad y el Ministerio Público se ha vuelto encubridor, porque no ha investigado la muerte de este joven, tan solo porque su vida no vale según las autoridades.
En Bocas subsiste un clima de alta tensión, porque el gobierno se resiste a atender las causas reales del conflicto y hasta que eso no ocurra, no habrá paz en esta región del país, al igual que en el resto de la república.