El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Ramiro Guerra.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
El país navega sobre aguas turbulentas, peligrosas, sobre todo porque no se avizora puerto seguro a donde llegar. Es una realidad que no se puede ocultar.
El desempleo y la informalidad, son expresiones de una economía que no despunta y lo anterior, aún mas grave, en donde la democracia y estado de derecho, devienen relativos en cuanto no generan un ambiente que tienda a producir resultados que den cuenta de una sociedad que se desempeñe con criterios humanista y reduzca las desigualdades sociales.
No hay manera de disfrazar la pobreza y la extrema pobreza. El affaire de la princesa de Cañazas, ha puesto en evidencia, lo grave de la desigualdad que campea en todo nuestro territorio.
Los panameños sufrimos duramente el como se comporta lo relativo a la distribución de las riquezas que genera el país. El reparto es ampliamente inequitativo.
El canal le ha generado al fisco, mucha mas de cincuenta mil de millones de ingresos, pero la percepción del pueblo, es que esos recursos no llegan y circulan en una frecuencia que no es la de los pobres .
En este contexto, malestar ha generado, que los magistrados de la Corte Suprema, de un plumazo, reciban un aumento salarial de 4 mil dólares, es como una estocada criminal a un pueblo que no ve una administración de justicia mínimamente eficiente. Es decir, son las fallas de nuestro sistema judicial, su manipulación la que ofrece incentivos a los corruptos que tiene seguridad de que no habrá certeza de castigo, especialmente, para los más encumbrados que detentan el poder económico.
Semejante aumento en un escenario como el arriba descrito, resulta un golpe duro, sobre todo cuando el grueso de la masa salarial, es baja y no alcanza para enfrentar la canasta básica y suplementaria para una existencia digna.
Una cosa es el crecimiento económico y otra el desarrollo humano de la población. Hemos tenido crecimiento económico pero bajo desarrollo.
Debemos caminar hacia una economía con rostro humano sostenible. Eso no se vé. Constituye el mas importante desafió más urgente que tiene el país.
No hay claridad al final del túnel.
Seguir por este camino, nada bueno se avizora para el país y los panameños.
En estos contextos nos preocupa la imposición del proyecto de ley 163, que sigue las líneas que dan forma a un modelo individualista, que tenderá a agravar la brechas sociales; es decir un aumento de la pobreza en el país.
Todo lo arriba planteado, coloca en la agenda nacional, a necesario y urgente viraje del estado, de tal suerte que de curso a uno que haga énfasis en un enfoque de relevancia al concepto de la participación ciudadana en la vida pública. Todo lo anterior sustentado en una alianza democrática popular para el ejercicio de la gobernabilidad, habidas cuenta del desafío que se le presenta al país con la nueva administración norteamericana que ha amenazado con tomarse el Canal, destruir al Estado panameño, desconocer nuestra soberanía y dignidad nacional y vistos los hechos que de tales expresiones no podemos esperar sensatez ni tampoco se puede negociar la condición intrínseca de la dignidad de los panameños y de la titularidad del Canal y de los beneficios que de él se desprenden y del aprovechamiento de la explotación de nuestra posición geográfica privilegiada.
De no ser así, cuesta pensar con optimismo el desenlace hacia un momento que marque un punto de inflexión que haga la diferencia con lo que tenemos hoy como realidad.
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