ElArzobispo de Colón y Gunayala, Manuel Ochogavía Barahona, oriundo de la provincia santeña, y habiendo estudiado en el Colegio José Daniel Crespo de Chitré, egresado del Seminario Mayor San José, a sus 58 años, nos deleitó con una pieza en la homilía que se realizó en Portobelo este pasado 21 de octubre en el que se celebra al Cristo Negro de Portobelo, por la fuerza de sus palabras que dieron en la diana de la realidad sin maquillaje.
En los tiempos actuales, la mentira, la apariencia, el engaño y la hipocresía se han vuelto la moneda de curso corriente en nuestra sociedad que, cuando uno escucha a personas sostener la verdad por encima de las amenazas y hasta de consecuencias, la misma es como un rayo de luz en una noche oscura, que suele poner al descubierto, aunque sea por un instante, de todo lo perverso y tenebroso que se mueve en la oscuridad.
El poder de la verdad es eso, el poder de la luz que alumbra en la noche que ahora nos ha tocado vivir. Siempre lo malévolo le gusta actuar en lo oscuro, porque le temen a la luz y cuando se enciende se paralizan y también huyen.
Dese hace algún tiempo, figuras de la Iglesia Católica panameña, como Monseñor José Domingo Ulloa, Rafael Valdivieso Miranda y recientemente Manuel Ochogavía Barahona, se han parado en la brecha y denuncian las injusticias que enfrenta el pueblo panameño y eso revalida el liderazgo espiritual de una iglesia que con las enseñanzas de Cristo, no puede ser ciega ni cohonestadora de la corrupción y de las injusticas, sino un liderazgo que estando a la altura de su grey, saben encender el candelabro para guiar al pueblo entre las tinieblas que transitamos.
Que nuestro Señor les siga guiando en éste alto propósito, porque pelear contra las injusticias y las tinieblas requieren de un espíritu elevado y de un pueblo que ora y procura romper las cadenas de la angustia que nos roba la paz.