Eduardo A: Reyes Vargas
Cada día en forma muy moderada se logran convocar alguna cantidad de ciudadanos para exigir a nuestros gobiernos pasados y presentes alguna reivindicación mayormente vital.
Algunas por escasez o ausencia de agua, otras por falta de carreteras aceptables, por la salud, otras por aumento de pensiones y otras por combatir los daños al ambiente, como la reciente frente a la firma del Contrato con la Minera, la nueva “Panamá Mother”.
Es notable la escasez de las personas que acuden a estos actos. Es tema de reflexión.
¿Se ha perdido la fé en esas herramientas de lucha?
Las dirigencias han perdido el poder de convocar a sus bases?
Existe falta de credibilidad ante todo lo que acontece en la nación?
¿Ya no se confía en las dirigencias, sobre todo del sector obrero?
¿Solo se espera un quinquenio, para pasar la famosa factura?
Son los problemas del día al día como comer, transportarse, etc. los que restan fuerza a estas movilizaciones?
¿Sentimos que nos desean manipular en nuestras buenas intenciones de ciudadanos comprometidos por experiencias ya sufridas?
Causas más, causas menos.
Sin duda hay un debilitamiento en esas estrategias, para convocar al menos 30,000 o 50,000 personas, que quizás sí harían cavilar a gobernantes.
Solo durante los gobiernos con fuerte presencia militar en Panamá, se observaron esas cantidades de personas en la calle.
Sabemos que algunas financiadas , no por ideales políticos. Otras por compromisos ciudadanos.
¿Entonces qué queda?.
Hay países democráticos como Francia y Alemania en donde recientemente se fueron realizando paros parciales y totales en convocatorias del sector obrero y clases sociales afectadas.
A pesar de ello, el desdén gubernamental no promovió las respuestas esperadas, pero se lograron algunos pequeños avances.
Se ha intentado eso en Panamá, frente a los problemas repito vitales, que sufre la mayoría de los panameños y no se pueden postergar.
¿Llegaremos a esos extremos ante el fracaso de pálidas movilizaciones en nuestro Panamá?
La lucha y resistencia pacífica, dan frutos.
Mahatma Gandhi y Nelson Mandela son ejemplos.
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