Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Hoy vivimos un mundo que se enfrenta a una incertidumbre sin precedentes. La mayoría de la población es joven, menores de 35 años, y en Panamá no es diferente.La corrupción es y ha sido la responsable de la postración de miles de millones de personas en el mundo, y en Panamá más de millón y medio de personas son castigadas con una pobreza inmerecida, esclavizante, injustificable y moralmente pérfida.
Tenemos que enfrentar resuelta y enérgicamente la causa de nuestra desgracia; la corrupción en todas sus manifestaciones.
Deseamos que la juventud; la que sufrirá más que todos, los resultados de la desdicha, estén allí para rescatar el futuro que le han querido robar a mano armada, mientras ellos acarician ingenuamente los sueños de algo hermoso y digno en el futuro.
Todos juntos debemos expresarnos, por todos los medios posibles con denuedo y fuerza, nuestra firme posición en contra de la impunidad y el encubrimiento. Exigimos rendición de cuentas, caiga quien caiga. No podemos seguir tolerando la impunidad y no podemos ser alcahuetes de esta tragedia perversa.
Y como la corrupción pringó casi todo en nuestra sociedad y no tuvo misericordia, tampoco nosotros hacemos diferencia para combatirla en todas sus manifestaciones y a todos sus protagonistas y a quienes aún pretenden encubrirlos.
Ha llegado la hora de restablecer el decoro, la dignidad y la decencia. Es la hora luminosa de hacer brillar la dignidad reconquistada y no tengo la menor duda que la juventud panameña estará a la altura de esta batalla gigantesca que nos debe devolver los valores y principios que nos proyecten en la historia conforme la voluntad de nuestro Señor y el empeño que pongamos en la tarea de se haga en este espacio geográfico de la nación panameña, un lugar donde se respire libertad, dignidad humana y amor entre hermanos.
¡Así de sencilla es la cosa!
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