Por Gonzalo Delgado Quintero
Para 1968, el organismo político nacional, tal como lo expresara el propio General Omar Torrijos Herrera y que apuntó en “La Línea”, experimentaba los síntomas de una descomposición social acumulada durante muchos años, lo que propició el golpe de Estado militar el 11 de octubre de ese año.La clase política dominante, entonces, dividida en pequeñas cúpulas controladoras, se alternaban en el poder. Ante esta realidad, se debía imponer un cambio con el absoluto convencimiento de que, se tenía la capacidad, la voluntad y la determinación de cambiar esa nefasta situación, empezando adentro.
El propio Omar Torrijos, sabía que algunos de los dirigentes más prominentes, entonces que se le oponían, no querían dar oportunidad a ese cambio. En este sentido, organizó lo que él mismo llamó El Proceso Revolucionario (nosotros lo llamamos torrijismo) que vino a ser el método aplicado en la gestión que llevó a cabo para finalmente, lograr un sinnúmero de transformaciones en el país.
El torrijismo logró la desaparición de la “Quinta Frontera” o sea la desaparición de la “Zona del Canal”. El país avanzó en lo económico, cultural, político e institucional; no obstante, hoy, falta el principal objetivo que es el desarrollo social integral y pleno del país, para todos.
Omar logró la firma de los tratados Torrijos- Carter, sin dudas, el principal logro torrijista. Pero también es necesario recordar que el Proceso Revolucionario desarrolló la organización comunitaria popular, los asentamientos campesinos en un sistema cooperativo, las Juntas Comunales, las Juntas Agrarias, los Comités de Salud, la participación popular y la construcción del Estado docente, con la Reforma Educativa, que permitía una educación pertinente, patriótica, científica, técnica, adaptada a la realidad transformadora de la época. La eliminación de dicha Reforma en 1979, desde entonces, mantiene empantanada a la educación del país.
Los panameños en general de más de 45 años hoy, vivieron todos esos cambios que hizo Omar y por tanto, esperan del torrijismo y sobre todo, de su dirigencia, mucho más de lo que están haciendo
Hoy, después de 56 años de aquel 11 de octubre, el pueblo panameño está perdiendo confianza de la clase política; existe incertidumbre, no hay un verdadero liderazgo, se observa el trauma de los exacerbados actos de corrupción cometido por los gobiernos de las tres últimas décadas, cuyas investigaciones todavía hoy son titulares de primera plana. Ese estado de deterioro solo profundiza el sentimiento de confusión nacional y los torrijistas verdaderos deben actuar con responsabilidad ante estas nuevas condiciones en la que lastra una derrota del PRD que nadie podía imaginarse, porque quienes estaban al frente del partido y en parte del Estado, hace un año atrás estaban vinculados a actos de corrupción que pasaron la factura, pero esa dirección derrotada aún insiste en seguir mangoneando a un PRD moribundo.
Hay que retomar la posibilidad de una convocatoria nacional, con iniciativa propia, porque si dejamos que esta situación continúe el torrijismo, difícilmente, volverá a ganar una próxima campaña electoral y eso se logra limpiando la casa y retomando la reconstrucción difícil pero no imposible de un nuevo PRD que costará por menos quince años para recobrar la confianza del pueblo y los autores de los desmanes deben pagar caro el daño que le hicieron al partido y al país.
Los torrijistas deben arrebatarles el poder a los mafiosos que se han enquistado, a los corruptos que vienen destruyendo la esperanza del pueblo con la politiquería del clientelismo
La gente, ni siquiera por la pandemia, bolsas de comida o pagos clientelistas, lo que necesita es edificar sus esperanzas a través de la consecución de empleos decentes y bien remunerados, una educación acorde con los cambios globales, un sistema nacional de salud que sea capaz de atender con eficiencia cualquier crisis que se presente.
Recordar que fue el torrijismo que logró consolidar los siete principales pilares que hoy, sostienen la economía panameña a través del centro bancario, las nuevas tecnologías de las comunicaciones, los puertos, el hub de Las Américas, el turismo, el fortalecimiento de la Zona Libre y la conquista del Canal de Panamá.
El torrijismo significa en la etapa actual, que la riqueza que se genera sea equitativamente, distribuida en el pueblo y que no solo sea para la clase oligárquica que hace 54 años adversó a Omar Torrijos y que hoy sigue atacando al torrijismo aunque es la más beneficiada de su principal logro: el Canal y demás áreas revertidas y que en estos momentos pretendan por igual, así como lo hicieron con la Autoridad del Canal de Panamá, adueñarse de la Caja de Seguro Social.
Hay que retomar el modelo democrático participativo como la única forma de lograr el desarrollo integral del país. Eso fue lo que hizo Torrijos, simple y llanamente dejó que la gente tuviera oportunidades de desarrollarse en todos los ámbitos. Por todo lo expuesto, el 11 de octubre, más que un golpe de Estado, fue una revolución social con plena democracia participativa.
“Si algún día, el PRD se convierte en la esperanza de nuestros adversarios, esto significa que…la patria está en peligro”.
El autor es periodista y escritor.