Salomón, Hijo del rey David, gobernó sobre un extenso territorio durante casi cuatro décadas, posiblemente entre los años 965 y 928 a. C. Durante el reinado de Salomón se construyó el primer Templo de Jerusalén y a él se le atribuye la autoría de los textos bíblicos titulados Libro de Eclesiastés, Libro de los Proverbios y Cantar de los Cantares. En la presente escena, hace gala de Sabiduría, cuando para resolver la división del niño que peleaban dos mujeres, decide partirlo a lo que la verdadera madre accede a entregarlo antes del homicidio. Así quedó demostrado quién era la impostora.
(Del Libro de Eclesiastés, escrito por el Rey Salomón)
«También noté que, bajo el sol, la maldad está presente en el juzgado. Sí, ¡hasta en los tribunales de justicia hay corrupción! Me dije: «A su debido tiempo, Dios juzgará a todos, tanto a los malos como a los buenos, por cada cosa que hayan hecho».
También reflexioné acerca de la condición humana, sobre cómo Dios les hace ver a los seres humanos que son como los animales. Pues tanto las personas como los animales tienen el mismo destino: ambos respiran y ambos mueren. Así que las personas no tienen una verdadera ventaja sobre los animales. ¡Qué absurdo! Ambos terminan en el mismo lugar: del polvo vienen y al polvo vuelven. Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de la tierra? Entonces me di cuenta de que no hay nada mejor para la gente que ser feliz con su trabajo. Ese es nuestro destino, y nadie nos puede traer de regreso para ver qué pasa después de que hayamos muerto.»
Yahveh se apareció a Salomón… y le dijo: Pide lo que quisieres que yo te dé. Y Salomón dijo:… Da pues a tu siervo un corazón magnánimo para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo […] Y respondió Yahveh: lo he hecho conforme a tus palabras: he aquí que te he dado corazón sabio y entendido
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