Por: Eduardo A. Reyes Vargas
“La seguridad ciudadana es la acción integrada que desarrolla el Estado, con la colaboración de la ciudadanía y de otras organizaciones de interés público, destinada a asegurar su convivencia y desarrollo pacífico, la erradicación de la violencia. La utilización pacífica y ordenada de vías y de espacios públicos y en general evitar la comisión de delitos y faltas contra las personas y sus bienes-“. Así señala una definición que encontramos en la biblioteca mundial, EL INTERNET
El Título 12, artículo 310, de nuestra Constitución dice en su segundo párrafo lo siguiente:
Para la conservación del orden público, la protección de la vida, honra y bienes de quienes se encuentren bajo jurisdicción del Estado y para la prevención de hechos delictivos, la Ley organizará los servicios de Policía necesarios, con mandos y escalafón separados.
Se señala allí sin duda el rol de nuestra policía.
Esta institución ha sufrido transformaciones desde su creación,
Policía, pasando por Guardia Nacional , Fuerzas de Defensa y hoy nuevamente Policía.
Diversos gobiernos post invasión han motivado a este cuerpo uniformado dotándolo de presupuestos que suelen competir con los adjudicados al área de Salud y Educación.
Sus salarios han mejorado sustancialmente; se les dota de insumos etc. para que realicen sus funciones definidas en diferentes normas legales.
Sin embargo a pesar de varios cambios en su jefatura su acción parece haberse debilitado en la lucha contra la delincuencia común que lesiona los bienes, las vidas y honra de los ciudadanos.
Las pandillas de por sí realizan su propia guerra y es poco lo que se puede realizar para evitar sus estrategias. Salvo el nuevo plan de evitar ingreso de droga al istmo y debilitar así su logística.
Lo que probablemente desviará sus delitos hacia lo interno de la población nacional con mayor fuerza y variados actos violatorios de la ley.
No sé si hay una crisis perenne en nuestro cuerpo armado. No sé si hay desmotivaciones permanentes. No sé si no hay liderazgo.
Muchas actuaciones dejan sospechar ello.
Cuando una población uniformada siente poco respeto porque sus superiores lo han perdido su conducta rayará en la indiferencia.
Una cosa es rango y otra jerarquía, dijo Omar con mucha sabiduría.
Nuestros medios de comunicación a veces parecen ser los relacionistas públicos de nuestra Policía, ocupando sobre todo algunas televisoras espacios con tiempos significativos sobre noticias relacionadas a narcotráfico y pandillerismo, pero escaso es lo que se conoce sobre asaltos a hogares, robo de autos, violaciones etc.
Es decir lo que más sufre el panameño común.
No dudo la importancia de conocer ciertos hechos delincuenciales, pero deben ser más los relacionados a la mayoría de los delitos.
Sería interesante conocer día por día los casos denunciados por Corregimiento en cada distrito, al menos los más frecuentes. Una especie de observatorio sinóptico que alerté al pueblo, como la hacen con la pandemia.
Sé que se hacen esfuerzos de prevención y acercamiento a las Comunidades para trabajar unidos, pero esas metas si se logran tardaran años y la delincuencia pulula a sus anchas hoy.
Es meritoria su actuación durante la pandemia.
También reconozco que su aparente desmotivación proviene de las debilidades de los ejecutores de la justicia.
Eso se puede resolver si es la buena intención, con la decisión del Órgano Judicial investigando a fondo los jueces, o en el caso del Ministerio Público a Fiscales, cuyo actuar repetitivo deja dudas de una justicia objetiva.
Muy escasamente se realiza y las protestas ciudadanas sobre el tema abundan.
Débiles en su actuar, dan paso al fortalecimiento del delincuente.
No quiero pensar que nuestra importante Institución de seguridad nacional está inundada ya por valores no éticos a todos sus niveles.
Siempre recuerdo la antigua fama de desprestigio de la Policía mexicana, hoy creo transformada en otra institución, por su conducta antiética y escasa de valores morales.
Por cierto creo usaban el lema-Proteger y servir a la Comunidad–
Como ciudadano también estoy convencido que si nuestra nación se convierte en una zona roja a todo lo ancho de su territorio, escasamente nuestra economía renacerá y la salud mental del panameño seguirá empeorando.
Ya algunos países nos califican en forma preocupante para alertar a sus ciudadanos que no nos visiten.
Ojala que lo aquí descrito sea errado en nuestra apreciación personal, pues si las sospechas son ciertas……
Cambios de rumbos o el estado fallido está por nacer o fortalecerse.
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