El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Ramiro Guerra.
Jurista, Escritor Y Cientista Político.
Es un hecho obvio, que las democracias liberales que se denominan representativas, transitan crisis profundas. No son democráticas, menos representativa.
Un hecho observarle a primera vista, el momento mas democrático en este tipo de democracia representativa, es la que da cuenta de la acción de votar. Eso es efímero. Después de eso, sobreviene una especie de relación de servidumbre, es decir del no ciudadano. Esta realidad es la que se constituye como lo real y concreto.
En consecuencia, el concepto de ciudadanía beligerante y participativa, no existe en la estructura formal de la democracia liberal representativa y el estado peor.
Hoy, con mas fuerza, ese estado de democracia liberal, como ideología y superestructura, constituye la matriz de una sociedad desigual, discriminatoria y que sirve de colchón a las élites del poder.
Hoy las democracias buscan replantearse, en el sentido de colocar al poder ciudadano, como el real corazón del estado y una real democracia.
Por lo anterior , es que siempre he sostenido, que las ideas de cambios constitucionales que rebasen el formato liberal representativo, no son del agrado de los grupos dominantes.
La democracia vieja, fallida de ese tipo de democracia, en tiempos de crisis, tienden a producir engendros maléficos, como el Donald Trump. En este último, la crisis ha propiciado un saltos hacia forma que se aproximan extremadamente autoritaria y mas grave fascistas. (caso Javier Miley en Argentina)
En forma civilizada, la democracia fallida de hoy, debería conducirse y apuntar hacia una que tenga como eje, la beligerancia, el poder decisorio y la participación ciudadana.
Mientras eso no ocurra, la nave de democracia que tenemos, cada vez mas y en forma ascendente se hace agua.
¡Y que decir del estado.!
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